La última entrega de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) del INEGI, confirma que en México las familias viven mejor hoy. No se trata de interpretaciones ideológicas, ni de posiciones políticas simplistas. Los números revelan dos indicadores del éxito de las políticas públicas implementadas desde la llegada de la Cuarta Transformación: más ingresos y menos desigualdad.

Si hablamos de ingresos, por ejemplo, los hogares mexicanos reportaron en 2024 un ingreso promedio mensual de 25 mil 955 pesos. Esto representa un aumento de más del quince por ciento, en comparación con 2018, que fue el año de la llegada de López Obrador a la Presidencia de la República.

Casi el veinte por ciento del total, hay que decirlo, está constituido por los diferentes programas del bienestar, que han sido fundamentales para el desarrollo de las familias. Y es que acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, los mexicanos ocupan esos recursos para solventar tres áreas en particular: alimentación, educación y transporte.

Los datos del INEGI confirman que pese a la pandemia de Covid19 y su impacto financiero, el ingreso de los hogares más pobres de México, no sólo se mantuvo, sino que aumentó de manera exponencial. Esto por sí mismo es un logro en términos de política social y política económica.

Lo anterior explica porque la hoy Presidenta Claudia Sheinbaum, no sólo decidió mantener los programas sociales del sexenio anterior, sino que los ha aumentado a otros grupos de la población: me refiero a “Pensión Mujeres Bienestar”, destinado a mujeres de 60 a 64 años; “Beca Rita Cetina”, para estudiantes de nivel básico y el programa “Salud Casa por Casa”, que incluye la atención de personas con discapacidad.

La Cuarta Transformación de la vida pública de la Nación ha logrado también uno de los logros más importantes en la historia reciente de México: la reducción sustancial de la desigualdad.

La última entrega del ENIGH señala que desde 1984, año en que el país y las familias experimentaban los impactos negativos de la crisis de la deuda, no se había registrado un acortamiento en los índices de desigualdad, como ha ocurrido en los últimos seis años.

La medición del índice Gini (con el cual se mide la desigualdad y los ingresos) situaba al país en cerca de 0.485 en aquellos años. Fue en 2024 cuando se registró, de acuerdo con el INEGI, el índice más bajo de las últimas décadas (0.391).

¿Qué quiere decir esto en lo tangible?, que la distribución de los ingresos ha mejorado sustancialmente, acortando las distancias entre los ingresos de los deciles más altos de la población y los deciles más bajos. Fue en el sexenio anterior, recordemos, cuando los ingresos de las familias más pobres aumentaron hasta en treinta y cinco por ciento; mientras que los ingresos de las familias más ricas, sólo aumentó un cuatro punto por ciento.

Pese a las voces críticas de la transformación de la vida pública, que han pronosticado crisis, tempestades y hasta impasses financieros; México es hoy por hoy la doceava economía más grande a nivel mundial, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ese mismo organismo ha confirmado también que para este 2025 se estima un crecimiento del PIB, de cero punto dos por ciento y para 2026, de uno punto cuatro para el 2026.

Desde el punto que se vea, las familias de México viven mejor que antes. No por nada todas las encuestas de preferencia electoral, a la fecha, confirman que más del ochenta por ciento de los mexicanos avalan el movimiento que hoy gobierna el país y aprueban el trabajo que se está haciendo.

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