Los resultados de la pasada elección del 5 de junio son muy claros: la gente optó por el proyecto de la transformación, por encima de los partidos conservadores. La alianza de los opositores no termina de convencer al electorado porque representa la continuidad de ese pasado trágico en México: corrupción, privilegios, abuso de poder, pobreza y desigualdad.

Cuando menos 2 millones 322 mil personas votaron por Morena y sus aliados electorales en la pasada jornada electoral, lo cual le valió triunfos indiscutibles en cuatro de las seis entidades que estuvieron en disputa. Pero en la contraparte siguen sin entender el mensaje. La alianza electoral responde a fines pragmáticos pero no hay proyectos de gobierno de fondo que la sustenten.

Oaxaca, Hidalgo y Tamaulipas fueron los estados que más votos aportaron al proyecto de la transformación. Esto, de entrada, rompe con cualquier lógica que haya considerado la concentración regional de las preferencias por Morena. Se votó con fuerza por el partido del presidente (y por sus candidatas y candidatos) en el sur, centro y norte del país.

El caso de Hidalgo es particularmente simbólico. Luego de 93 años de ser gobernado por el PRI, por primera vez en la historia las y los hidalguenses se volcaron de manera arrolladora por la alternancia. El clamor social por cambiar el status quo de la élite política tradicional se hizo presente. En una democracia, recordemos, esto es sano y necesario.

La transformación avanza, es innegable. En 2018 el proyecto alternativo de Nación se alzó con el triunfo al obtener 321 de las 500 curules en la Cámara de Diputados (un 64%), 71 escaños de los 128 en el Senado (55%), además de cinco gubernaturas y la Presidencia de la República.

Pero además, en los últimos cuatro años, Morena y sus aliados pasaron de tres a veinte gubernaturas, y de veinte a casi sesenta por ciento el nivel de la población gobernada. Pero insisto, es la oposición la que sigue sin entender el mensaje del electorado y camina rumbo al 2024 con el único objetivo de conservar sus privilegios.

De hecho, el resultado de la pasada elección confirma que los partidos tradicionales están a punto de desaparecer en algunas entidades. Sobreviven por esa alianza antinatura que les permite disponer de candidaturas y posiciones a su antojo. Pero de los ciudadanos, nada. No hay inclusión, ni apertura. Únicamente una narrativa de falso triunfalismo ante la debacle en la que caminan.

El PRD, por ejemplo, ha perdido el registro en 17 entidades. El PRI, por su parte, ha perdido más del sesenta por ciento de su respaldo electoral en los últimos años.

La transformación sigue consolidándose a nivel nacional. Los gobiernos ejemplares que Morena ha encabezado en muchas entidades son pieza clave en este proceso. La Ciudad de México es uno de ellos. Además, hay que decir que las políticas públicas y los programas sociales impulsados desde hace muchos años por el presidente López Obrador, siguen siendo la única fuente de ingreso y bienestar para millones de mexicanos.

Al cierre del año pasado, por ejemplo, había 450 mil campesinos inscritos en el programa Sembrando Vida, cuya presencia se ha extendido a 20 entidades del país y a 983 municipios. A ello se suman los más de 10.2 millones de adultos mayores que reciben un apoyo bimestral (el cual por cierto se duplicó en el último año), los 966 mil menores que reciben su Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad y las más 266 mil jefas de familia que también reciben un apoyo bimestral para el cuidado de sus hijos.

Todo ello, muestra firme de la convicción por abatir la pobreza, reducir las brechas de desigualdad y mejorar sustancialmente las condiciones de vida de millones de familias.

La transformación avanza. Los cambios constitucionales han ido aparejados con una nueva forma de gobernar y aunque todavía existen resistencias en muchos sectores, principalmente en aquellos que se niegan a perder sus privilegios; el apoyo hacia el movimiento está más fuerte y vivo que nunca. Con los resultados del pasado 5 de junio, se afianza el cambio político que inició en 2018 y en el horizonte se vislumbran aires de esperanza para los más desfavorecidos.

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