Desde su llegada a la Casa Blanca, el Presidente Donald Trump movió al mundo entero con una serie de decisiones que parten de tres ejes prioritarios de su agenda de gobierno: economía, migración y seguridad. Nuestro país no ha sido ajeno a esas acciones, la mayoría de ellas profundamente cuestionables, porque además de ser socios comerciales estratégicos, compartimos poco más de tres mil kilómetros de frontera.
De hecho, por nuestra vecindad, esas tres áreas en la agenda del nuevo gobierno de Estados Unidos, influyen en este lado de la frontera, aunque no son determinantes.
Uno de los factores más importantes en la ecuación del nuevo escenario global es China. En palabras del Secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O, el gigante asiático incrementó su participación (exportaciones) en el mercado global de manera exponencial en los últimos veinte años, pasando de uno punto ocho a trece por ciento.
Lo anterior es trascendente porque al mismo tiempo, la región de Norteamérica, en donde tiene vida el TMEC, ha venido a la baja de manera importante en esa misma participación en el mercado global. El impacto económico sobre los países de este lado del hemisferio es real y se ha traducido en diferentes pérdidas en áreas estratégicas del comercio exterior.
Bajo este escenario, el gobierno de México, encabezado por la Presidenta Claudia Sheinbaum, presentó el Plan México hace algunos meses, como la ruta a seguir en medio de las tensiones comerciales, pero sobre todo, con la mira en un nuevo horizonte en el que se están cristalizando profundos cambios geopolíticos en todas las regiones.
El Plan México, que plantea entre otras cosas fortalecer cadenas de valor (sobre todo las que tienen alcances en comercio exterior) promover la generación de empleos, mejorar la calidad de vida de las nuevas generaciones, fortalecer la seguridad y la sostenibilidad, y apostar a la innovación; se plantea bajo una lógica de unidad nacional, profundamente necesaria en estos momentos, y de proyección a largo plazo.
La adversidad financiera que proyecta para este 2025, hay que decirlo, es un factor latente para todas las economías del mundo. De acuerdo con la oficina de Comercio y Desarrollo de la ONU, se prevé que el crecimiento económico global experimente una desaceleración de hasta dos punto tres por ciento, con mayor presión en el sureste de Asia.
De acuerdo con dicha oficina, lo anterior responde a por lo menos tres aspectos que hay que considerar con atención: la demanda contenida de mercancías, los choques comerciales en todo el mundo y la incertidumbre frente al sistema financiero global.
En este sentido, nuestro país, bajo el liderazgo de la Dra. Sheinbaum, ha atendido de manera puntual las diferentes causas de la desigualdad y el rezago, promoviendo el fortalecimiento de la economía familiar y con ello, el mercado interno.
Desde los incrementos salariales, la generación de empleos, la recaudación fiscal y muy importante, la fuerte apuesta de las acciones de gobierno para construir una cultura y un ambiente de paz; México ha avanzado en pocos meses hacia la estabilidad financiera de cara a la turbulencia que se avecina.
El Plan México advierte objetivos claros para navegar sobre este escenario, con acciones concretas como el aumento de la participación en el mercado internacional, el aumento en lo contenidos y producciones nacionales, el robustecimiento de los sectores productivos, la formación de profesionistas alineados con los sectores clave en materia económica, y el impulso a las pequeñas, medianas y grandes empresas, que abonan a la generación de empleos.
En esta labor, todas y todos tenemos un compromiso. Que México avance en esa ruta de bienestar, de desarrollo equitativo e inclusivo, y sobre todo, con miras hacia un futuro prometedor; depende en gran medida de la unidad que tengamos como mexicanas y mexicanos.
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