En 2008, la crisis inmobiliaria en los Estados Unidos fue el origen de una crisis económica cuyos efectos se dejaron sentir por todo el mundo, incluido México. En 2009, a esta crisis económica se sumó una más de naturaleza sanitaria. El surgimiento de la influenza AH1N1, que obligó a la paralización de actividades económicas y el cierre de negocios.
Ante esta crisis de 2009, las autoridades del entonces Distrito Federal tuvieron la acertada idea de crear un organismo que conjuntara distintos sectores como la academia, el empresariado, los sindicatos, las organizaciones de profesionistas, la sociedad civil; así como los poderes Ejecutivo y Legislativo, para fungir como una instancia de carácter consultivo, participativo y definitorio en lo concerniente al desarrollo integral y sustentable de la capital. Así nació el Consejo Económico y Social de la Ciudad de México.
Años más adelante, con la reforma política de la Ciudad de México y en medio del proceso legislativo para dotar a la capital del país de una Constitución Política propia, la Asamblea Constituyente tuvo a bien contemplar, dentro del artículo 17 de la constitución local, la creación del Consejo Económico, Social y Ambiental de la Ciudad de México (CESA CDMX), añadiendo en esta ocasión la dimensión del medio ambiente y actualizando con ello la visión de dicho organismo.
El CESA CDMX surgió pues como un órgano de diálogo social y concertación pública que habría de colaborar con el gobierno local en la promoción del desarrollo social incluyente, el cumplimiento de los derechos, el fomento del crecimiento económico sustentable, el empleo y la justa distribución del ingreso. La evolución de la capital y las necesidades de sus habitantes así lo exigían.
El paralelismo de las condiciones que vivimos en 2009 y que llevaron a la creación del Consejo Económico y Social de la Ciudad, frente al escenario de este 2022, debe servirnos para analizar los aciertos del pasado y prepararnos para los retos que depara el futuro. La organización y la acertividad en las decisiones de política pública, así lo ameritan.
El CESA CDMX, dicho sea de paso, cuenta por ley con el apoyo del Fondo para el Desarrollo Económico y Social de la Ciudad de México, fideicomiso público que ejerce y administra los recursos económicos que el Congreso de la Ciudad asigna para el cumplimiento de sus tareas. Dicho presupuesto, por ende, debe ser ejercido con transparencia y responsabilidad, para abonar al bienestar de los habitantes de la capital y ser empleado de manera estratégica frente a contingencias de diversa naturaleza.
Como órgano plural de diálogo, concertación y en ejercicio de sus funciones de promoción del desarrollo social incluyente, el CESA ha promovido la realización de diversos estudios y documentos que han servido como insumo para la planeación de la ciudad, la construcción de políticas públicas y de propuestas legislativas dentro de sus ámbitos de competencia.
Como algunos ejemplos podemos mencionar la propuesta de creación de un “Sistema de Cuidados para la Ciudad”, la construcción de una propuesta de salario digno, la generación de insumos para el análisis de la planeación del “Desarrollo de la Ciudad” o el “Plan Maestro Vallejo”.
Y es justamente en esta tarea que el Fondo para el Desarrollo Económico y Social de la ciudad cumple una labor fundamental al interior del CESA CDMX, pues se trata del órgano encargado de dar seguimiento a los estudios aprobados por el consejo, para así dar paso a su presentación, publicación, difusión y aplicación en la realidad.
Por ello, como Directora actual del Fondo consideró fundamental la revitalización de las labores del CESA, para que en conjunto, ambos organismos sean referentes nacionales en materia de propuestas y políticas públicas que atiendan los retos económicos, sociales y ambientales de la CDMX, sin perder de vista el rostro humano de los mismos. La capital del país dio el primer paso hace 12 años. Es tiempo de seguir avanzando hacia el futuro y de que las grandes ciudades del país sigan el ejemplo.