La democracia estadounidense vive un momento de relativa calma antes de una tormenta. La prueba está en la sacudida inédita que ocurrió a principios de semana, con la publicación de un proyecto de decisión de la mayoría de la Suprema Corte estadounidense sobre el derecho federal que tienen las mujeres estadounidenses a decidir sobre la interrupción del embarazo . Alguien en la estructura de la Corte, probablemente uno de los miembros del equipo de alguno de los magistrados, filtró el documento a la organización periodística “Político”, que lo publicó sin chistar.
La intención que revela el proyecto de decisión, escrito por el muy conservador magistrado Samuel Alito , puede establecer un parteaguas político y social en Estados Unidos. En la sustancia, y de concretarse finalmente como la sentencia de la Corte en los próximos meses, la idea de Alito devolvería a los estados la capacidad de establecer sus normas sobre el aborto . ¿Qué implicaciones supone? Para empezar: en más de una quinta parte de las entidades de Estados Unidos, ya abiertamente hostiles a la interrupción del embarazo, el aborto sería plenamente ilegal. En varias más, la oposición sería casi absoluta, incluido el enorme estado de Texas. Otros estados, como Luisiana, ya planean legislación medieval.
No se necesita ser un genio para imaginar lo que va a ocurrir después. Los abortos no van a disminuir, lo que se verá minado severa y dramáticamente es la salud y seguridad de las mujeres en Estados Unidos.
Para el movimiento conservador, el proyecto de decisión publicado es un sueño hecho realidad. Desde la decisión Roe vs Wade , que estableció en 1973 el derecho a la interrupción del embarazo, buena parte de la lucha de los conservadores en la arena política y judicial se encaminó exactamente rumbo a una decisión como la que ha perfilado ahora la Suprema Corte, donde los conservadores tienen una mayoría abrumadora de seis contra tres, gracias a Donald Trump. Parece increíble, pero es cierto: en la guerra cultural e ideológica que ha terminado por dominar el panorama político en Estados Unidos, no ha habido tema más importante que el aborto.
El problema para los conservadores es que la decisión de la Suprema Corte podrá ser legal y legítima, pero también es eminentemente antidemocrática. En encuesta tras encuesta, una mayoría muy clara de estadounidenses respalda la legalidad de la interrupción del embarazo. El número entre las mujeres es abrumador: ocho de cada 10, de acuerdo con Gallup . Al elegir el camino opuesto a la voluntad popular, el Tribunal Supremo actúa de manera autoritaria en un asunto que afectará, en el sentido más literal imaginable, la vida de millones de mujeres.
En los próximos años, el riesgo de una deriva autoritaria aún más grave, que continúe dando la espalda a la voluntad de las mayorías en temas como este, será todavía más grande. Dada la conformación del Congreso y los mapas distritales, además de factores políticos como la impopularidad de Biden , es enteramente posible que el partido republicano domine los tres poderes a partir de 2024.
Con el control de la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes con mayorías republicanas y la Suprema Corte convertida en un brazo de acción política, ¿qué detendrá al movimiento conservador para, por ejemplo, establecer una ley que prohíba, ya de manera federal, el aborto?
En la embriaguez del poder sin riendas, es difícil pronosticar contención. Y entonces la pregunta es obligada: ¿cómo reaccionará la mayoría al ver desaparecer derechos conquistados hace décadas y respaldados por la mayor parte de los estadounidenses ahora? El escenario es la polarización, la confrontación y cosas peores. Ese es el futuro que perfila el documento publicado esta semana.