En las primeras 72 horas de la invasión rusa a Ucrania, una operación militar premeditada, sin excusa alguna, que representa la primera agresión de un país contra otro en Europa desde la Segunda Guerra Mundial , miles de civiles ucranianos han decidido arriesgarlo todo y defender a su patria. La enorme mayoría no tiene experiencia con un arma en las manos ni noción alguna de lo que les espera cuando se topen con los soldados rusos, enviados por Vladimir Putin a aplastar un país independiente y democrático. Se trata de jóvenes, maestros de escuela, padres de familia, parejas que estaban a punto de casarse y ahora van a la guerra. La mayor parte son hombres, pero hay muchas mujeres. En las fotografías y videos que llegan desde Ucrania, se les ve sentados en camiones, listos para ir al campo de batalla, con un rifle recargado en las piernas.

En un video del New York Times , un joven ucraniano explica que no tiene otra opción. El ejército ruso trata de avanza contra Kiev y él, a pesar de su inexperiencia y su miedo, no ve otro camino que defender su país. Otro hombre, dueño de una cafetería en la ciudad de Lviv, cuenta cómo ha tenido que aprender a hacer cocteles molotov. De ser necesario, dice, “aprenderé a disparar”. Lo mismo dice una mujer que hasta hace una semana nunca había siquiera visto un rifle de asalto.

Es un acto de valentía profundo y ancestral. Los ucranianos de a pie que en este momento se apostan en las ventanas de edificios en Kiev para repeler el ataque del ejército invasor son la evidencia más clara de que Ucrania es, antes que nada, un país soberano que no necesita fuerza imperial alguna que lo “libere” de un gobierno “nazi”. La única libertad que quiere el pueblo ucraniano es la de elegir en democracia su destino, incluido –como quiere la mayoría– ser parte de la Unión Europea (que no es lo mismo que la OTAN) o tener como su presidente a Volodimir Zelensky , el hombre de origen judío que ganó las elecciones en 2019 con un mandato contundente: 73% de los votos. Ese ese el país que defienden los ucranianos.

Zelensky mismo es un ejemplo de valentía como ha habido pocos en las últimas décadas. Antes del comienzo de la guerra, con 200 mil tropas rusas rodeando su país, grabó un mensaje dirigido al pueblo ruso. Fue un llamado a la paz y una explicación de quién es él y qué es la Ucrania libre del 2022; un intento conmovedor de contrarrestar la vil propaganda de Putin, que trató por semanas de encontrar justificación para una guerra injustificable. El llamado de Zelensky falló, al menos con Putin, que ha dejado de ser un actor racional (la historia dirá si alguna vez lo fue). Una vez comenzada la invasión el presidente de Ucrania no se movió un centímetro de Kiev . A pesar de que el gobierno ruso expuso la caída de Zelensky como uno de los objetivos primordiales de la invasión , el presidente de Ucrania no ha aceptado ofertas para ir al exilio o gobernar desde afuera de su país. “No necesito un aventón, necesito municiones”, dijo, en una declaración que ya queda en la historia.

En las horas siguientes, Zelensky se vistió de militar y salió a la calle. Rodeado de militares, frente a la cámara o de pie en la mañana de Kiev, Zelensky anima a los ucranianos a no rendirse. En este momento, recuerda a Churchill , aunque quizá con un destino más triste. A pesar de que la valentía enorme de Zelensky y su pueblo ha bastado por ahora para detener el avance definitivo del ejército ruso, la Rusia de Putin es militarmente más poderosa que Ucrania. Es posible que una mañana despertemos con la toma final de la ciudad milenaria de Kiev, la muerte de muchos de los civiles voluntarios y la captura de Zelensky. Hay que tener la esperanza de que no sea así. Por ahora, desde Ucrania nos llega el ejemplo más conmovedor de valentía y orgullo patrio que hayamos visto en los últimos tiempos. Pase lo que pase, la resistencia ucraniana ya está en la historia. Y la agresión de Putin, en toda su brutalidad, en el registro de la ignominia. Ahí estarán también, por cierto, los que, en esta hora de histórica definición moral, han elegido normalizarlo. No se olvidará su cobardía.

@LeonKrauze

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