El Papa Francisco debe ser recordado no sólo por su labor pastoral, sino sobre todo por llevar las bases del cristianismo hacia distintos ámbitos de la vida, bajo la guía de la justicia social.

Ningún otro líder reciente de la Iglesia Católica hizo tanto énfasis en la labor de los jueces, la responsabilidad de los Estados y de cada una de las personas en relación con la justicia.

Independientemente de la fe que profese cada quien, es importante recordar que desde el papado Jorge Mario Bergoglio colocó a la justicia social como camino y meta tanto del gobierno como de las personas en su vida cotidiana.

“El hombre justo no sólo vela por su bienestar individual, sino que quiere el bien de toda la sociedad. Por eso, no cede a la tentación de pensar sólo en sí mismo y de ocuparse de sus propios asuntos, por legítimos que sean, como si fueran lo único que existe en el mundo. La virtud de la justicia deja claro —y pone la exigencia en el corazón— que no puede haber un verdadero bien para mí si no existe también el bien de todos”. Estas palabras fueron pronunciadas por el Papa Francisco apenas el 3 de abril del año pasado en su Audiencia General en la Plaza de San Pedro.

La justicia era tema recurrente para el líder católico, seguramente porque advertía que su ausencia es el origen de muchos de los conflictos humanos, no solo entre los individuos, sino incluso entre naciones y clases sociales.

“Sin justicia no hay paz. De hecho, si no se respeta la justicia, se generan conflictos. Sin justicia, se consagra la ley del fuerte sobre el débil”, afirmó en esa misma ocasión.

Añadió un mensaje directo para las personas impartidoras de justicia, para recordarles la importancia de su trabajo: “Los justos no son moralistas que visten la toga del censor, sino personas rectas que tienen hambre y sed de justicia", soñadores que abrigan en su corazón el deseo de la fraternidad universal. Y de este sueño, especialmente hoy, todos tenemos una gran necesidad”.

Estas ideas del Papa Francisco las aplicó más allá de su propia Iglesia. En 2019 impulsó la creación del Comité Panamericano de Jueces y Juezas por los Derechos Sociales (COPAJU), para promover la exigibilidad y justiciabilidad de los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales.

Siempre que se dirigía a las personas impartidoras de justicia, el Papa Francisco no perdía la oportunidad de hacerles conscientes de la trascendencia de su labor, y la necesidad de que no perdieran de vista que cada uno de sus fallos tiene un impacto en toda la sociedad.

Así lo explicó en un mensaje en video que envió, en diciembre de 2020, a una reunión virtual de los Comités de Derechos Sociales de África y América: “Recuerden siempre que cuando una justicia es realmente justa, esa justicia hace feliz a los pueblos y dignos a sus habitantes. Ninguna sentencia puede ser justa, ni ninguna ley legítima si lo que producen es más desigualdad, si lo que producen es más pérdida de derechos, indignidad o violencia”.

Para Bergoglio, la labor de los jueces es de la mayor relevancia para la convivencia humana, por ello nos conminó a asumirla con responsabilidad, procurando a los pobres, protegiendo al medio ambiente y buscando la armonía.

Nos invitó a escribir poesía: “El poeta necesita contemplar, pensar, entender la música de la realidad y plasmarla en palabras. Ustedes en cada decisión, en cada sentencia, están frente a la feliz posibilidad de hacer poesía: una poesía que cure las heridas de los pobres, que integre el planeta, que proteja a la madre tierra y toda su descendencia. Una poesía que repare, redima y nutra”.

Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación

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