Los sismos del 19 de septiembre son, sin duda, los eventos más traumáticos que haya vivido la Ciudad de México, entre otras ciudades, porque el de 2017 hizo mucho daño también en Chiapas, Guerrero, Estado de México, Morelos, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala.
Sin embargo, el de 1985 tuvo una repercusión mucho mayor en la capital porque estábamos menos preparados, emocional, cultural y políticamente.
He narrado en otros momentos que, personalmente, el sismo fue el evento que me despertó en la conciencia social. Me dediqué las semanas, meses, siguientes a levantar censos en las vecindades de la colonia Doctores, a ayudar a distribuir víveres y a convocar asambleas de personas damnificadas para organizar la reconstrucción de viviendas.
Fueron días en que la Ciudad se llenó de ruinas de edificios derruidos, de campamentos en las calles, de marchas y de reuniones de personas damnificadas.
Fueron momentos intensos, laboriosos, fraternos y definitorios. Participé por primera vez en una organización naciente, decidí que estudiaría Derecho para ayudar a acercar la justicia a los desvalidos, aprendí a dejar cuerpo y alma en una lucha social. Comprendí la necesidad tan grande por la justicia no en el futuro de una sociedad mejor sino en el ahora de la infamia de ser pobres.
El gobierno reconoció que murieron entre 6 mil y 7 mil personas, pero la Comisión Económica para América Latina (Cepal) mencionó 26 mil y organizaciones de damnificados calcularon hasta 35 mil personas fallecidas. Más de 40 mil personas quedaron heridas, 400 edificios desplomados, incluyendo hospitales como el Juárez, Hospital General y condominios como el Multifamiliar Juárez y el Nuevo León en Tlatelolco, escuelas y otros como el emblemático Hotel Regis; 30 mil viviendas quedaron inhabitables y 70 mil más con daños severos.
En menos de un mes de movilizaciones sociales, el gobierno publicó la mayor lista de predios expropiados que hubiera habido en un solo momento en beneficio de sus ocupantes. El 11 de octubre de 1985 se expropiaron 5,427 inmuebles ubicados en Cuauhtémoc, Gustavo A. Madero, Venustiano Carranza y Benito Juárez. Esta lista fue modificada en tres decretos posteriores publicados el 21, 22 y 23 de octubre siguiente, fundamentalmente para retirar los más controversiales, fundamentalmente ubicados en Benito Juárez. En total, 4,312 inmuebles quedaron expropiados, para permitir la reconstrucción de 46,700 viviendas, que fueron vendidas a precios muy bajos y con enormes facilidades a quienes antes habían sido sobre todo inquilinos arrendatarios de departamentos en vecindades.
Para la Ciudad de México fue una gran tragedia, pero también el mayor evento de autogestión que detonó que en menos de dos décadas hubiera cambiado radicalmente la forma de gobierno de las extintas delegaciones y el Distrito Federal.
A 40 años, sigue siendo el terremoto que transformó nuestras vidas, el antes y después de la Ciudad de México, de su vida política, de su vida social y de la vida personal de sus habitantes. El antes y después de nuestra conciencia personal y colectiva.
Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación






