Esta semana Arturo Zaldívar concluye su mandato como Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia. A partir de enero se reintegrará a una de las Salas y fungirá como ministro por dos años más.
En sus trece años dentro de nuestro más alto tribunal, Zaldívar se ha destacado en al menos dos aspectos. El primero es en el combate al nepotismo y corrupción dentro del Poder Judicial Federal. El segundo tiene que ver con el fortalecimiento de derechos fundamentales a través de la jurisprudencia. En ambas áreas no ha estado exento de polémica.
Combate a la corrupción
El Poder Judicial Federal es hoy mucho más independiente del Poder Ejecutivo que lo que era en 1994, eso es innegable. Lamentablemente, independencia no es lo mismo que transparencia. Algunos ministros del pasado reciente han hecho uso de sus potestades para crear redes de influencia al interior de la Judicatura, muchas veces marcadas y nutridas a partir de lazos familiares. Como lo ha documentado claramente el investigador Julio Ríos, existen cárteles judiciales cuyos miembros comparten apellido. Son jueces, magistrados y ministros que han logrado crear espacios fértiles para el florecimiento de mercados ilegales. Es un mercado de venta de justicia en las altas cortes del país.
Zaldívar se ha enfrentado con estas estructuras de corrupción interna. Esto nunca se había hecho y ha provocado una previsible resistencia por los miembros de las estructuras que se ven afectados. Los costos de estas batallas existen y son incómodos para quienes quieren ser parte de un gremio y, al mismo tiempo, deben ponerle límites. Quien suceda a Zaldívar heredará este reto o retrocederá en favor de un poder judicial turbio.
Ampliación de derechos a partir de las decisiones judiciales
Otro espacio de influencia positiva del ministro Zaldívar está asociado directamente a su función jurisdiccional. Él, junto con sus pares de la Primera Sala antes de convertirse en Ministro Presidente, iniciaron lo que yo llamaría la nueva jurisprudencia en materia penal. Se trata de una serie de decisiones que revirtieron la tendencia funesta del pasado de avalar las arbitrariedades del Ministerio Público a través de entuertos de interpretación que nada tenían que ver con derechos fundamentales.
En esta área existen casos emblemáticos en donde el ministro Zaldívar y sus compañeros de Sala lograron frenar excesos del Poder Ejecutivo. Como consecuencia de estas decisiones, existió, por primera vez en México, una confrontación pública y directa entre el Presidente de la República y el Poder Judicial Federal.
Las palabras de Zaldívar en la discusión del último caso decidido este año, resumen su convicción y por ello me parece pertinente transcribirlas.
“Este es un típico caso (...) donde la arbitrariedad y el abuso del poder se hace patente, donde se tortura, donde se fabrican pruebas, donde se fabrican culpables y donde la justicia no importa. (...)
Nosotros no estamos juzgando en un laboratorio químicamente puro. (...) No podemos hacer como si el dolor y el sufrimiento de la gente no existiera. (...) Hay vidas, hay seres humanos aquí. (...) Y este Tribunal Constitucional, si no está para ayudar a estas personas tan vulnerables, entonces no sé cuál es nuestra función.”
Quien quiera ser justo sobre el desempeño del hoy Ministro Presidente debe tomar en cuenta decisiones como la aquí citada. Si Zaldívar se reintegra a la Primera Sala, tendrá oportunidad de seguir contribuyendo en el desarrollo de esta nueva jurisprudencia penal.
Investigadora en justicia penal.
@LaydaNegreteCargo
Suscríbete aquí para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión, y muchas opciones más.