“Me dicen que por qué queríamos secuestrar a esa persona. Y les digo, ¡No! ¡Yo no quería secuestrar a nadie! ¡Yo nada más me bajé a reclamar el golpe de mi carro”. “Ah, ¿no vas a hablar hijo de tu puta madre?” Y fueron a buscar una cubeta con agua y dos bolsas. Las empezaron a mojar. Y me empezaron a poner la bolsa. Y yo no podía respirar. ¿Vas a hablar? y [yo] les decía “¿de qué voy a hablar? si les estoy diciendo la verdad”. “Ah ¿con que no quieres hablar hijo de tu puta madre?”. Y me daban de cachetadas” “¿De qué voy a hablar si no puedo decir nada de algo que no hice?” “¡Cómo no lo vas a saber hijo de tu chingada madre? ¡Ahorita vas a ver!”, Y me vuelven a poner la bolsa. Y en una de esas la agarro y me la quito. Así. La quiero romper, y el que estaba parado me agarra de la cabeza, y me daba así [Héctor simula golpes]... “¡no te quitas ni puta madre, no te quitas ni puta madre!”, y les decía “yo ya no puedo respirar. Yo ya no puedo”. Y ellos tercos y tercos que yo dijera una cosa que no es. [Héctor llora].
No son frases de un guión. Es la transcripción de lo que Héctor Muñoz narró al tribunal de su juicio oral sobre cómo, dónde, cuándo y por quiénes fue torturado. A pesar de padecer una herida de bala en su palma derecha no fue llevado al hospital. Primero fue torturado por policías municipales de Macuspana. Fue torturado después por miembros de la Fiscalía de Delitos de Alto Impacto, en junio de 2015, Villahermosa, en un edificio clandestino, pero de todos conocido, donde los vecinos del lugar narran los alaridos de dolor que provenían de ahí, cotidianamente.
Otras tres personas, Darwin Morales, Juan Luis López y Gonzalo García también fueron torturados junto con Héctor.
“Y nos suben a su patrulla [los policías municipales]; que nos iban a ir a entregar a la Fiscalía de Alto Impacto, decían. Y nos tienen ahí [esposados] arriba de la camioneta, bajo el sol; no sé cuánto tiempo haya pasado, pero sí pasó un buen, hasta que nos llevan a Villahermosa.” “Y ahí nos entregan con la Fiscalía de Alto Impacto. Que ellos sí nos iban a partir la madre [...] Y empiezo a escuchar cómo golpean a [Héctor Muñoz], la persona que estaba herida [de la mano], porque gritaba y decía de su mano. Y empecé a imaginarme lo peor. ¿Qué sería también de mí? Y me tocó el turno. Me sacaron y me sentaron y uno de los fiscales me empezó a golpear.” Este es el relato de Gonzalo que robustece el suplicio sufrido por Héctor.
Los hechos perpetrados por elementos policiales y ministeriales en Tabasco no merecieron reacción alguna por parte de los jueces que escucharon estos relatos en una audiencia de juicio oral.
Por su parte, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Tabasco, tras recibir las denuncias por tortura, dejó pasar años sin realizar una investigación. Hace doce días tuvo el cinismo de pedir a los afectados presentarse a ratificar su queja, a pesar de estar presos; unos días después, archivó el caso.
¿Cuánta tortura tiene que aguantar una persona para que alguna autoridad se decida a actuar? Deseamos que la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Comisión Nacional de Derechos Humanos, instituciones que hoy pueden conocer de este caso, sean sensibles en reconocer las violaciones graves a los derechos básicos de Héctor, Gonzalo y Juan Luis, retomadas en la serie de Netflix Duda Razonable: historia de dos secuestros.
El 20 de junio de 2022 cumplirán 7 años presos. La frustración de todos la resume muy bien Gonzalo: “Y hasta ahorita pues seguimos aquí, esperando que realmente se haga justicia.”
Investigadora en justicia penal. @laydanegrete