México se accidentó el día que el Senado de la República aprobó la reforma constitucional sobre la Guardia Nacional el 4 de octubre de 2022. Fue un punto de inflexión que se registrará en la historia que está por escribirse. Se recordará como el retorno desafortunado de la supremacía militar sobre el poder civil. El evento podría parecer un momento legislativo sin mayor trascendencia, una simple sustitución de fecha en un transitorio. Pero no es trivial. Por eso, con la misma lógica que rige la fotografía forense de una víctima, retomo algunas de las palabras del diario de los debates que ayudan a construir las imágenes del incidente.

La senadora Beatriz Paredes resumió la importancia de la votación en razón de un listado de actos del gobierno actual que transfieren a las Fuerzas Armadas una lista larga de facultades extraordinarias antes reservadas a civiles. “Contexto” es la palabra que usó la senadora para llamar la atención de lo que podría bien ser la introducción del reporte forense. El senador Juan Manuel Zepeda ahondó la idea de Paredes: “el argumento más endeble es el supuesto compromiso con la seguridad y la paz [...] ese argumento se destroza y se cae brutalmente cuando revisamos la cantidad de dinero que le han dado a las Fuerzas Armadas y la cantidad de tareas civiles que no tienen nada que ver con el objetivo de la seguridad.”

La cámara alta logró la mayoría constitucional a través del chantaje. A senadores por Morena se les convenció de que “esta es una votación donde estás con el Presidente o contra el Presidente”, como lo sintetizó el senador Emilio Álvarez Icaza. Senadores de oposición, en cambio, fueron abordados con diversas ofertas basadas en beneficios económicos en una mano y órdenes de aprehensión en la otra. Una táctica de zanahoria o garrote. La senadora Xóchitl Gálvez denominó como “pactos de impunidad” el mecanismo a través del cual se negoció la persecución penal a cambio de docilidad.

Para lavarles la cara a quienes vendieron su voto, el senador Ricardo Monreal simuló la incorporación de controles civiles a la iniciativa original. La senadora Claudia Ruiz Massieu narró cómo “el oficialismo fue muy hábil y en última instancia eficaz para incorporar cambios suficientes y construir su mayoría calificada.” “La adenda logró arrancar votos y construir salidas fáciles,” confirmó el senador Clemente Castañeda.

Sin embargo, los supuestos controles venían descafeinados. El senador Álvarez Icaza alertó que “se dejó fuera un sistema robusto de control, con mecanismos de participación ciudadana como un Auditor Especial y figuras como Observatorios y otros mecanismos de rendición de cuentas”. También se omitieron los planes detallados que habrían permitido fortalecer policías civiles y regresar a los soldados a los cuarteles concluidos los plazos constitucionales.

Lo que sucedió en el Senado el 4 de octubre debe recordarse. Se perdió la votación, pero podemos rescatar las ideas de los senadores y senadoras que tuvieron la valentía de usar la tribuna para expresarse en contra de un poder transexenal sin contrapesos, sin precedentes.

En una sesión con 127 senadores, se necesitaban 43 votos para que, en voz de Claudia Ruíz Massieu, se evitara un “Estado de excepción con trazos de permanencia.” El senador Juan Manuel Zepeda resumió la triste coincidencia: “Ayotzinapa, esa frase de ‘nos faltan 43’ debe de retumbar hoy aquí en el Senado, porque ese es el número también que falta, nos faltan 43 para hacer justicia.”

Investigadora en justicia penal.
@LaydaNegrete


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