Silencio. Piense bien su voto, la veda electoral es el refugio antiaéreo para el votante, que le permitirá hacer una última reflexión terminado el bombardeo de unas propuestas viables y esperanzadoras frente a otras risibles e inalcanzables, de desestimables debates, de cientos de miles de opiniones de la comentocracia, de mentiras, de verdades incómodas o de trapos al sol, y de toscas riñas. Toscas resulta una nimiedad tras el asesinato de más de 30 candidatos. La guerra sucia ha sido tan tupida que apenas vimos la limpia. Las calles han quedado llenas de basura. Las redes sociales hastiadas de propaganda, memes y noticias falsas. Y usted, electora, será mandada al campo de batalla para ejecutar su decisión, y en el que no queda otra más que votar. O ya sea anular o sea escribir el nombre de alguna persona que no esté en la boleta. También podrá no levantarse, esta salida al campo es opcional. Es de la conciencia de cada ciudadana.
Con el diálogo público completamente roto y graves problemas acarreados de años, de sexenios anteriores, hemos de lanzar una cruz sobre la boleta a pesar de todos los pesares.
Interesante será ver cómo votarán las mujeres en una elección histórica. Son más de 51 millones quienes tienen su credencial vigente lista para votar. Esto es un aproximado de 24 millones de mujeres jóvenes, entre 18 y 39 años, y casi 27 millones de mujeres de 40 y más.
¿Será que más mujeres saldrán a votar ahora que dos mujeres son punteras en las encuestas para presidenta? ¿A qué le darán ellas prioridad en su decisión? ¿Cuántas mujeres no votarán en libertad? ¿Habrá una diferencia frente a los votantes hombres? ¿Serán más mujeres de tendencia liberal o más de tendencia conservadora? ¿Serán las mujeres jóvenes más inclinadas por las propuestas liberales frente a los hombres jóvenes más conservadores? Y es que hace unos meses, lo mencioné aquí anteriormente, la encuestadora Gallup anotó una diferencia: las mujeres jóvenes de varias partes del mundo desarrollado se han vuelto rápidamente más liberales, frente a los hombres jóvenes que han tendido a volverse más conservadores o han sido más lentos en volverse más progresistas. Aunque aquí vale una acotación, que en este país es hace tiempo confuso lo de las izquierdas y derechas, porque el PRD está con el PAN y Morena no ha sido percibido como de izquierda en todo momento, mientras que Movimiento Ciudadano podría dividirse en social demócratas y conservadores. ¿Y qué es liberal en México? Lo del acceso al aborto sin duda, pero no la militarización. A mayor presencia de las Fuerzas Armadas, mayor violencia de género. ¿Y qué es progresista? Un Sistema Nacional de Cuidados, sin duda. Pero no lo hay, se quedó atorado en la Cámara de Senadores. Algo de todo esto nos podrán decir los resultados a detalle. Esperemos un INE generoso con la publicación de la data.
No somos las mismas, es un hecho. No somos las mismas que hace seis años. Entre 2019 y 2023, la fuerza laboral masculina avanzó 0.4 puntos porcentuales, mientras que el crecimiento de la femenina fue de 1.7 puntos. Si bien la brecha de participación laboral ronda los 30 puntos porcentuales, las mujeres han sido fundamentales en la recuperación económica del país. Pero por otro lado, la violencia de género no cede. No somos las mimas. Se cuentan cinco mil mujeres menos nada más de feminicidios, se le tendrían que sumar las muertes por falta de acceso a la salud, y a eso los muchos pendientes para alcanzar la igualdad.
No somos las mismas. Las marchas de marzo han aumentado considerablemente el número de asistentes, pero también su diversidad. Lo que refleja mayor consciencia o penetración de la lucha feminista, pero lo que refleja al mismo tiempo mayor inconformidad.
Las mujeres no somos las mismas que hace seis años. Que la fuerza del voto femenino sea haga notar. Hoy más que nunca hay más mujeres en edad de ejercer la democracia, tanto como de participar en la economía. Hoy más que nunca hay más mujeres llamándose feministas. Que resuene así el domingo y el futuro del país.