La mañana de ayer en el noticiario de Ciro Gómez Leyva en Radio Fórmula, Epigmenio Ibarra argumentaba, como otras veces, que el poder mediático está en contra del oficialismo. Con frases duras como “hubo un sesgo de los principales opinadores del país en contra de la Cuarta Transformación… Eso dice la gente”, y “Los espacios principales en los medios de comunicación están dominados por gente muy conservadora o a fin a los conservadores”, el productor y también periodista dijo que la posición editorial de los que encabezan los medios de comunicación no necesariamente debe ser dura porque se va deformando la realidad. Eso dice este periodista. ¿Qué es la realidad? Ibarra aseguró que los cinco periodistas más escuchados en la radio -según la lista que Ciro citó (Gómez Leyva, Uresti, Loret de Mola, López Dóriga y Acevedo), no son asépticos. Todo esto para decir que el poder mediático y la oposición se unen en una bravata y hacen una patraña que busca deformar, en este caso, el tema que se debate en estos días de la sobrerrepresentación en el Congreso. Nada aquí es diferente a lo que dice y ha dicho el presidente López Obrador durante su sexenio.
Es curiosa la terquísima narrativa de que las críticas periodísticas antes de 2018 no eran lo suficientemente duras contra el presidente o el partido en turno, o que las de ahora son confrontación y no críticas. Fueron muchas piezas de periodismo de investigación las que evidenciaron la corrupción en sexenios pasados, algunas aunque contadas, con consecuencias legales sobre los personajes involucrados. Ahora sigue habiendo buen periodismo, pero con mínimas consecuencias. Eso es de lo que deberíamos de estar hablando. El periodismo va de actuar a favor del interés público: exponer delitos, proteger la salud y la seguridad públicas, y revelar algún engaño por parte de un individuo u organización. Va de cuestionar al ejercicio del poder, propiciar debates y análisis. Que los medios —grandes y pequeños, responden al interés de sus dueños, sí tanto ahora como antes. Que tiran línea a sus editores, sí algunos, tanto ahora como antes. Puede que cambie la línea o puede que cambie el editor. “No pago para que me peguen”, dijo López Portillo y de alguna manera ha dicho López Obrador, así que tanto ahora como antes. Este sexenio no se diferencia de otros en su gasto discrecional del presupuesto de publicidad oficial. Sigue sin haber reglas claras. Eso es de lo que deberíamos estar hablando.
Ahora, es cierto que se ha elevado el tono de los términos utilizados para hacer crítica, pero también el de hacer uso del derecho de réplica por parte de los gobernantes. La forma de expresión se exacerbó como se exacerbó toda la conversación pública o toda la política, que de tan polarizado que tiene el ambiente, parece que se ha quemado por completo. Y la polarización tiene en un principio su ventaja y su atractivo, su circo a la hora de tomar partido, pero pronto puede alcanzar sus límites.
En los últimos años, el consumo de noticias a nivel internacional ha experimentado cierto grado creciente de evasión, además de un más bajo nivel de confianza con respecto a tiempos de la pandemia. En México, además según también el Digital News Report del Reuters Institute, la confianza en los medios por parte de los usuarios ha caído del 49 al 35% de 2017 a la fecha. Y acá no se refiere a los periodistas o medios más consumidos, ni mucho menos a los arriba enlistados sino en general, y es una encuesta que aplica el Instituto cada año, con una muestra de poco más de 2 mil personas por país. ¿La razón de lo que pasa en México? Seguramente una combinación de hechos, pero lo que vale la pena preguntar es qué nos puede estar diciendo la creciente desconfianza frente al alto nivel de votación por Morena en las elecciones de junio pasado. Medios que cuestionan en menor medida al poder también los hay.
Al final, más que de opiniones, se trata de encontrar respuestas y de datos, y hoy esos datos van de que el periodismo sí vive bajo asecho del presidente López Obrador, y sí muere a manos del crimen organizado, pero también de funcionarios. “Es imprescindible reconocer las alianzas entre diversos grupos de poder legal e ilegal para ejercer violencias de manera directa en contra de las y los periodistas”, dice el análisis sexenal de Artículo 19, Derechos pendientes. Informe sobre la libertad y el derecho a la información en México. “En ese sentido, la complejidad en aquellas zonas del país donde el crimen organizado tiene una presencia dominante radica en la dificultad de ‘distinguir en dónde empieza el político y en dónde termina el narco’, lo que deja a las y los periodistas en total desprotección”, anota la organización. Y esto es lo que deberíamos de estar analizando. Un país sin periodismo y sin periodistas la tiene casi imposible.
@LauraManzo