Inmujeres se creó hace 23 años, durante el sexenio de Vicente Fox. Hace tres días, la que será la primera presidenta del país anunció que el organismo se elevará a nivel federal para convertirse en la Secretaría de la Mujer. En 2001, en México hubo mil 282 muertes violentas de mujeres, y en 2023 hubo tres mil 439. En estos mismos años, las muertes por cáncer de mama aumentaron 55.6%. En estos mismos años, la participación femenina en la fuerza aumentó únicamente de 40 a 45%, quedando siempre muy por debajo de la masculina (76% en 2023), y destacándose no solo por estar por debajo del promedio de los países de la OCDE, que es de 61%, sino por ser una de las más pequeñas.

En México, la economía número 13 del mundo, las mujeres no deberían de morir en manos de agresores-machos-feminicidas que no pisan la cárcel. Las mujeres no deberían de morir por una enfermedad que tiene una tasa de supervivencia del 99% cuando es detectado a tiempo. Las mujeres no deberían de trabajar en la informalidad ni sufrir violencia de ningún tipo, en el transporte o en su lugar de trabajo. En México, las mujeres no deberían querer marchar para llorar por sus desaparecidas o para llorar por la violencia vicaria en la que viven.

La eficiencia no solo se mide con los datos aquí expuestos, y hay algunos índices que sí se han movido para positivo, pero la percepción de las mujeres en México no es que hoy tengan más oportunidades y mejor calidad de vida que hace 20 años. Parte tiene que ver con la conciencia de qué es ser violentada, y que a mayor conciencia, mayor reporte, por lo menos a las encuestas del Inegi, aunque no así a las autoridades.

Sorprende la reciente noticia de que Claudia Sheinbaum decidió crear una Secretaría de la Mujer. Porque si bien el nombramiento de Inmujeres estaba pendiente, parece que ella no había planeado crearla, según sus propias palabras. “Después de un análisis profundo de opiniones de compañeras, de la propia titular del Instituto de las Mujeres, tomé la decisión de hacer Secretaría el Instituto de las Mujeres”, dijo. ¿Para cuántas mujeres no hubiera sido algo de lo primero que habrían pensado de haber sido votadas para presidentas de su país? Menos sorprende que haya sido Citlalli Hernández, que es más morenista que feminista, y que para los más críticos acabará por ladearse hacia el clientelismo antes de hacer lo que prometió cuando hicieron su anuncio: “No dejar ir a ninguna mujer desamparada”.

Quiero creer en la joven Citlalli que enunció frase tan sorora. Ya luego cuando dijo que iría a repartir una cartilla de los derechos de las mujeres, me recordó a cuando al inicio del sexenio de AMLO repartieron las cartillas morales, que más sirven para dispersar la narrativa que cambiar las realidades. Aun así, cuando ya es difícil creer en estas izquierdas, quiero creer que Sheinbaum y Citlalli harán buena mancuerna para empujar transversalmente la perspectiva de género, porque ese es su trabajo, no es algo extra que se les esté pidiendo o deseando que suceda porque son buenas personas o porque son seres superiores que arrasaron en las elecciones. Quiero creer que le van a poner billete y galleta. Es decir, presupuesto y atribuciones relevantes para el organismo. Quiero creer que tienen como objetivo alcanzar la igualdad sustantiva, las políticas públicas con perspectiva de género, la elaboración de programas específicos para prevenir y eliminar la discriminación, y todo lo que ambas saben, y que también sabe el resto del gabinete. México desde ya está dirigido por mujeres, y aunque esto no representa que harán un mejor trabajo que los hombres, sí alimenta la esperanza de que el cierre de la brecha apresure su ritmo. Porque hoy, ni nosotras ni nuestras hijas alcanzaremos a ver en nuestras vidas.

@lauramanzo

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