Las mujeres volverán a tomar decisiones sobre sus cuerpos es la idea-gancho demócrata para atraer a quienes ven en Trump la pérdida de la democracia del país de las libertades. Y no solo me refiero a las mujeres votando, como lo hicieron en las intermedias en 2022 al acudir a las urnas tras la revocación de Roe vs Wade, y dar a los demócratas un éxito inesperado. “Detendremos la prohibición del aborto de Donald Trump”, prometió Kamala en Milwaukee hace un par de días, durante uno de sus primeros discursos como aspirante a candidata presidencial. “Cuando el Congreso apruebe la ley para restaurar las libertades reproductivas, la firmaré”, agregó la vicepresidenta ante una fuerte conmoción de la audiencia.
El aborto como instrumento de campaña o estrategia política del establishment en EU tiene una historia que se remonta décadas atrás, pero la prohibición nacional del aborto en EEUU está a la vuelta de la esquina si Trump llegara a la Casa Blanca, incluso sin una mayoría en el Congreso. Hoy en día, 21 estados prohíben o restringen el procedimiento en una etapa más temprana del embarazo que la norma establecida por Roe vs Wade.
En una encuesta del Pew Research Center aplicada un año después de la revocación, el 62% de los adultos estadounidenses dijo que la práctica debería ser legal en todos o la mayoría de los casos, mientras que el 36% respondió que debería ser ilegal en todos o la mayoría de los casos. Y una encuesta previa realizada unos meses antes de la decisión de la Suprema Corte mostró que relativamente pocos estadounidenses adoptan una visión absolutista sobre el tema. Así que puede decirse que ante la amenaza de eliminar la libertad a decidir, los americanos tienden a querer decidir.
Es mucho más complejo que este párrafo previo sin duda, pero pero hace unos meses, cuando Trump mencionó estar orgulloso de haber participado en la anulación de las protecciones al aborto, los demócratas detectaron una gran oportunidad para las elecciones de este año. Sin embargo, el presidente Biden nunca ha sido un apoyador absoluto del aborto. De hecho en 1982, siendo senador, votó a favor de una enmienda constitucional que habría permitido a los estados revocar el caso Roe vs Wade. “Es el voto más difícil que he emitido”, enunció entonces. Y por lo tanto hasta el día de su renuncia como candidato, el tema no había sido una cuestión muy prioritaria o radical en su discurso. De hecho, estaba más encargado a Kamala, quien ahora, sin titubear un segundo (porque ni siquiera lo tiene) se hizo de él y adjudicó directamente a Donald Trump como quien quiere prohibirlo. JD Vance, compañero de carrera del expresidente, ha manifestado querer implementar la prohibición en todo el país.
La amenaza sobre la prohibición del aborto es, en el discurso demócrata, diseminado desde hace tiempo entre la población norteamericana, es la amenaza a la democracia. Les han recordado que esa decisión se tomó con una mayoría conservadora que incluía a tres jueces nominados por Trump. Y ahora, por otro lado, también la Suprema Corte deberá decidir si restringe el acceso a los medicamentos para abortar y tratar otros problemas reproductivos, así que el tema no dejará de estar en la conversación.
Dirán que también es la economía “estúpidos”, y la política exterior y los asuntos de inmigración y la inflación, sí, pero nunca antes el aborto había tenido tanta relevancia. Si en elecciones anteriores los demócratas no ponían mucha energía al tema, hoy que una candidata mujer pueda hablar de ello con fuerza y atarlo al asunto de la democracia en otros términos es la ventaja competitiva en su perspectiva. Los conservadores, por su lado, sabemos que tachan y tacharán a Kamala Harris de todo lo que puede ser una mujer cuando no ha gestado, para contrarrestar la fuerza del mensaje. Egoísta, frívola, inmadura, incompleta, insensible, anormal, fallida, loca, rara. O soltarán cosas como la que ha dicho el mismo Trump, fiel a su estilo catastrófico y mentiroso, este miércoles en Carolina del Norte: “Ella (Kamala) quiere abortos en el octavo y noveno mes de embarazo. Eso le parece bien hasta el nacimiento e incluso después del nacimiento, la ejecución de un bebé”.
¿Y a quién le importa realmente el derecho de las mujeres? Aquí la razón por la que el aborto no debe ser tema político sino lo que es, un derecho personal de cada mujer o persona gestante. Restaurar la libertad reproductiva es pendiente de Estados Unidos y del mundo.
Gracias por leer.