Los primeros efectos de la política de Trump no dejan de sentirse como un gancho al hígado contra años de avances en inclusión y derechos. En cuanto el inquilino de la Casa Blanca puso en la mira todo lo que oliera a diversidad, las empresas —aterradas, tibias o simplemente cómodas— comenzaron a recular. PepsiCo, Google, Amazon, Walmart: todas han desmantelado, reducido o desactivado sus iniciativas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI). Algunas con comunicados pulidos, otras con silencios vergonzosos. La consigna es clara: vuelta al orden tradicional. Es decir, masculino, blanco, privilegiado.
Pero no todas se han arrodillado. En un acto de valentía, empresas como Apple, Levi’s, JPMorgan y Microsoft han defendido públicamente sus programas de inclusión. En febrero de 2025, el 97% de los accionistas de Apple votaron en contra de eliminar sus políticas DEI. En abril, los de Levi Strauss hicieron lo mismo. Curioso, ninguna de estas empresas está liderada por una mujer. Y en sus consejos, las mujeres no alcanzan ni el 25% de los asientos. Hablamos entonces, por lo menos, de líderes que saben que la inclusión es un negocio. Lo hemos dicho, las empresas que no sean diversas internamente no pueden ni podrán atender a un mundo de consumidores diverso. Además, el castigo de los aliados y el boicot de los consumidores existe, es real, y tampoco pienso que se detendrá. Target ya lo está viviendo. Desde que anunciaron la reducción de sus compromisos, la comunidad negra en particular comenzó a reducir su asistencia a las tiendas y su consumo en línea. Y recordemos el caso de Nike en 2019, tras el escándalo después de que las atletas Alysia Montaño y Allyson Felix (campeona olímpica) denunciaron a la marca deportiva por haber reducido sus aportaciones o terminado sus contratos al enterarse de que estaban embarazadas. Nike se llevó un raspón pero reaccionó rápidamente y cambió sus políticas en los contratos de las atletas a quienes ya no aplica reducción durante 18 meses en caso de embarazo. Tanto Nike como Target habían sido muy vocales en sus campañas en los temas de género, LGBT+ y otras minorías. Así que Trump o no Trump, la reacción no se hace esperar.
Y mientras eso pasa en el norte, en México andamos mirando hacia afuera, distraídos o esperando instrucciones. No lo sé. Tenemos una presidenta mujer. Por primera vez. Y con ella, una oportunidad histórica de mover las piezas que nunca se han movido. Ella misma lo ha dicho: si las mujeres avanzan, la economía avanza. Pero decirlo no es hacerlo, y al plan México presentado por el gobierno federal, le quedaron algunos huecos en este sentido. Se expone la igualdad sustantiva, incluyendo acceso a financiamiento y emprendimiento, además del sistema nacional de cuidados. Que no es poco pero no entiendo por qué no se quiso empujar al mundo corporativo como se empujó desde 2018 al sector público.
En un principio Sheinbaum sí intentó articular una agenda subrayando el tema de igualdad a través de Altagracia Gómez, pero el empresariado —desde el CCE hasta el Consejo Mexicano de Negocios— ahora se hace pato, aprovecha algunos distractores como los aranceles, y sigue tomando decisiones entre puros trajeados. Ellos. Los mismos de siempre, con la misma lógica de siempre. Así, la representación femenina seguirá siendo testimonial en el mundo corporativo, y buena parte de la riqueza y el poder seguirán en manos de esos mismos de siempre.
Los números son un chiste. El reporte del IMCO, Mujeres en las empresas, nos dice que solo 3% de las empresas que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores tienen a una mujer en la dirección general, y solo 13% de los asientos en consejos de administración están ocupados por mujeres.
Sheinbaum, como mujer y como presidenta, está obligada a incomodar más a los empresarios, y así como ha sido avispa para mandar iniciativas al Congreso sobre otros temas, bien pudiera enviar una sobre cuotas de género en los puestos directivos y en los consejos de administración de las empresas, pero también sobre incentivos reales a las organizaciones que promuevan a mujeres y sanciones a las que no lo hagan. El tema no solo es una deuda histórica, es una urgencia económica. Y si Trump grita que la diversidad es una amenaza, respondamos que el liderazgo femenino es la mejor herramienta para enfrentar los tiempos oscuros que se avecinan. Liderazgo femenino es visión, es innovación, es justicia. México no debe hacerse bolas con la distracción patriarcal o incluso con los aranceles, el tema de género lo atraviesa todo, y una cosa no sustituye a la otra. Si Estados Unidos se busca reconfigurar con nostalgias patriarcales, México bien puede ir en otra dirección, esa donde están las mujeres en los puestos de poder.
@LauraManzo