Si bien los reflectores han estado sobre el tema arancelario durante los últimos meses, en el país siguen sucediendo tragedias todos los días. La oposición las retoma y las suelta pronto. Porque llega otra y se distraen, porque no analizan a fondo ni cruzan o interconectan los eventos negativos, porque no tienen la capacidad de comunicar lo que sí analizan, y porque no cuentan con figuras carismáticas. No van al fondo, se quedan en la superficie de “no que eran distintos”, y apilan pifias por montones. Entre los más conocidos, el más articulado de todos es Ricardo Anaya, pero el senador dejó de caer bien hace mucho. Solo hay que revisar la encuesta publicada por Lorena Becerra en Latinus, en la que el panista se lleva el mayor porcentaje de percepción negativa (37%) entre los enlistados, y mire que tenía competencia: Andy López Beltrán, Monreal, Adán Augusto y María Luisa Alcalde.
Y es que hay que tener capacidad para conectar, y solo se puede hacerlo desde una realidad. Ahora que se desvelan algunos de los problemas internos de Morena, tampoco logran articularse. Dejan pasar la oportunidad, como dejaron pasar el tema de la corrupción. El país, según Transparencia Internacional, es en percepción el más corrupto de los integrantes de la OCDE y el penúltimo del G20 -solo detrás de Rusia— y dejaron pasar la oportunidad. El gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, es señalado de tener vínculos con el narco, y dejan pasar la oportunidad. Revienta la crisis de personas desaparecidas, se suman casi 8 mil víctimas en cinco meses, y más rápido reacciona el gobierno federal y recibe a los familiares a través de Gobernación, que la oposición capaz de sostener un discurso. Aparece un buque con 10 millones de litros de huachicol en Tamaulipas, y… lo mismo. La reforma y votación para el Poder Judicial. El rancho Izaguirre. Se bardea Palacio Nacional con vallas metálicas previo a la marcha del 8M, y apenas se oyen ecos de las quejas. La presidenta lanza mensajes feministas a través de sus iniciativas para la igualdad sustantiva, y la oposición no presenta respuestas ni alternativas. En el presupuesto del año, los programas para prevenir y acabar con la violencia de género, y aquellos para atender la salud sexual y reproductiva siguen sin ser una prioridad, y nada. Hay realidades terribles, la falta de acceso a servicios de salud puede bien ser contrarrestada con la idea de que los programas sociales resuelven las vidas de las personas. Pero nada. Nada contundente. Nada creativo. Y como cereza en el pastel de la inutilidad, la joyita de Cuauhtémoc Blanco se salva por los votos de Morena sí, pero aunados los de la oposición. Es como no querer ser oposición. Mejor cual rastreros buscan deslizarse hacia el partido en el poder.
Qué fácil se veía ser oposición en tiempos en que López Obrador se plantó sobre Avenida Reforma y sobre la repetición del concepto y los ideales de la 4T, entre muchos otros rituales, símbolos y mensajes.
Si acaso este país entiende lo sano de una oposición fuerte, no la está eligiendo porque sale completamente reprobada. El PRI, dentro de las malas opciones, es el peor, y Movimiento Ciudadano se logra salvar porque los demás siguen para llorar. Y entonces crece el hueco de la oportunidad, un hoyo negro para los ciudadanos en el que cabría bien la ultraderecha.
Periodista.
@LauraManzo