Por Laura Raquel Manzo
Cada paso que da AMLO, cada que reconfirma que su interés, deje usted su prioridad, no está en las mujeres, ni en la violencia contra ellas, ni en la equidad, ni en la inclusión. O deje usted su interés o su prioridad, ¿cómo se le puede llamar a que el primer mandatario asegure en su segundo informe que “en casi todos los delitos ha habido disminución en comparación con noviembre de 2018”, destacando nada más el aumento de homicidio doloso y extorsión, y agregando que se ha registrado en promedio una baja del 30%? ¿Y los feminicidios? La realidad que muestra la gráfica del Secretariado Ejecutivo es que en cuestión de este delito ha habido un aumento. De enero a julio de 2018 se registraron 500 feminicidios en todo el país, mientras que en los mismos meses, pero de 2019, este número aumentó a 519. Y de enero a julio de 2020 se sumaron 549. ¿Cuánto creemos que le importa este delito al presidente? ¿Cuánto lo quiere ocultar a pesar de la exigencia de la población por enfrentarlo? ¿Cuántos feminicidios más tiene que haber para que él y su gabinete, lleno de mujeres, le den la vuelta a las intenciones y a la estrategia y a la simulación? ¿Cuántas marchas y pintas más para que deje de negar este problema? Nos ha resultado muy macho este presidente. Nos ha resultado lo que no imaginábamos de un hombre supuestamente de izquierda que dice que primero los más necesitados. Las más necesitadas en este país, señor presidente, son las mujeres. Las mujeres que están siendo las más afectadas por la pandemia en términos de violencia, sociales y económicos. Porque sabemos además que el virus aumentó significativamente la carga de los cuidados no remunerados, que las mujeres llevan de manera desproporcionada, y esto ha significado que el empleo de las mujeres caiga más rápido que el promedio, incluso teniendo en cuenta el hecho de que mujeres y hombres trabajan en diferentes sectores. “Las mujeres representan el 39 por ciento del empleo mundial, pero representan el 54 por ciento de la pérdida total de puestos de trabajo”, apunta un informe de McKinsey Global Institute (Julio 2020).
¿Qué parte de 11 mujeres asesinadas diariamente por el hecho de ser mujeres no se entiende? ¿Qué parte del aumento del 40 y 50% en llamadas al 911 y a otras organizaciones por parte de las mujeres violentadas en sus casas no se entiende? Todo se quedó en aquella campaña mal lograda, por decir lo menos, de “cuenta hasta diez”. Todo se quedó, como muchas otras cosas se quedan en este sexenio, en la enumeración de medidas generales sin objetivos ni líneas de acción del Plan Emergente para Garantizar la Integridad, la Seguridad y la Vida de las mujeres, presentado en marzo pasado. Algo se simuló a través de salvar algunos de los programas considerados esenciales y de derechos humanos, pero no precisamente los que protegen a las mujeres.
La realidad: Ninguna de las instancias responsables de garantizar los derechos de las mujeres con un plan de acción efectivo durante los tiempos de pandemia. Austeridad presupuestaria sin perspectiva de género. Plan de recuperación económica sin perspectiva de género. Fallas acumuladas en políticas públicas que solo terminan aumentando la violencia contra las mujeres y perpetuando el machismo.
Este presidente no solo nos salió un macho que no usa tapabocas para parecer inmune, sino un presidente decidido a ocultar la verdad y a no presionar a su equipo en términos de equidad. La Red Nacional de Refugios AC nos recordó en un informe hace pocos días que no se ha publicado aun el Programa para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres 2019-2024, el que sería el principal instrumento de política pública para esta materia. Y nada, nada de esto mencionó el presidente en su segundo informe. Estamos a tres meses del 2021. Lo que no sabrá López Obrador es que también va en su propia contra. Entonces es un presidente poco informado. Si no hay acciones concretas para abordar el impacto desproporcionado del Covid-19 en las mujeres, existe el riesgo de que la paridad de género se revierta sí, pero también “frenaría la economía global”, anota McKinsey. O sea que tomar medidas a favor de la inclusión ayudaría a impulsar el crecimiento económico. Deje usted entonces la paridad, presidente. Atienda la economía a través de la que no sabe usted es la agenda más urgente y transformadora para nuestro país.





