“No sabes que la libertad de expresión no existe,” me espetó un día un jefe dentro de un medio de comunicación, incómodo por el trabajo crítico que hacíamos desde la redacción. Sus palabras, cargadas de cinismo, se me quedaron en la memoria. No porque fueran ciertas, sino porque reflejaban su mediocridad periodística y su poco inteligente uso del poder como alto ejecutivo de aquella empresa.
La libertad de expresión, esa idea patriarcal de “las mujeres, calladitas, se ven más bonitas”, no solo persiste en el México del 2025, sino que es amplificada por el Estado opresor. Nuevamente algo en lo que habíamos avanzado, lento pero avanzado, y que con Morena vamos pa’trás. Así, Laisha Wilkins enfrenta un proceso derivado de una denuncia presentada ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) por hacer un comentario irónico sobre Dora Martínez Valero, quien fuera candidata a ministra de la SCJN. ¿Qué comentario? En redes sociales, Wilkins citó el titular de una nota de Aristegui Noticias: “Dora la censuradora”, y agregó un “jajaja”. La denuncia no revela el nombre de la persona que la ha interpuesto. Quizás sea importante recordar que la comunicadora ha sido una dura crítica de los gobiernos morenistas.
El país languidece en el lugar 99, con un puntaje 0.67 sobre 1, en el Índice de Libertad de Expresión 2024, publicado por la Universidad de Gotemburgo en Suecia. Se pelea lugares con Mongolia o Filipinas. Mucho antes en la lista, vemos a los obvios pero también a países como Namibia, Guatemala, Panamá, Nepal, Grecia, Colombia. El reporte mide el grado en que los gobiernos respetan las libertades de expresión, la expresión académica y cultural, y el acceso a fuentes alternativas de información. Toma en cuenta censura a los medios, acoso a periodistas, el sesgo de los medios, la autocensura, la libertad de discusión y el pluralismo en las perspectivas de los medios. Así que todo esto que está sucediendo ahora, incluyendo la Ley Mordaza en Puebla, el caso de Jorge Luis González Valdez en Campeche, y el de Héctor de Mauleón, entre otros, le restará puntos al país para el índice 2025, y le restará mucho también a los mexicanos en cuanto a este derecho.
En 2023, mi propia voz fue señalada desde la mañanera del entonces presidente López Obrador, luego de publicar una columna que desnudaba la falta de perspectiva de género en su plan para recuperar Acapulco, tras el paso del huracán Otis. Por desnudar a ese, al “presidente más feminista de la historia”. Esta periodista y muchos más, sabemos cuánto ha cambiado el país con respecto a señalar las fallas de las autoridades, y cuánto se ha sumado al ya existente asunto de amenazas fiscales o control de publicidad oficial en los medios, y al gran problema de la desaparición y asesinatos de periodistas por parte del crimen organizado, pero también por parte de funcionarios y gobiernos. Sí, el crimen mata a periodistas, pero los políticos también.
“El silencio nos embellece”, quiere perpetuar el sistema. Una frase que quiere convertir en ley y que quiere convertir en realidad al negarlo todo. Empezando por la presidenta que dice que “hay la mayor libertad de expresión de la historia”, porque no se hace una llamada a las redacciones para pedir que se quite a un reportero. No presidenta, existen otros métodos, como estamos viendo.
Que hoy nos sirva para recordar que la libertad de expresión no es un regalo eterno sino una conquista frágil. Los gobiernos tienen la obligación de garantizarla, pero no lo harán si los ciudadanos no se la exigimos. Escribir ha sido mi resistencia, que leer sea la suya, queridos lectores. Fórmense criterios, infórmense de diversas perspectivas, asegurándose que están leyendo verdades. Amplifiquen voces frente a quienes hacen gaslighting ahora como tantas veces. Aquí todas las voces deben poder sonar, porque todas las voces cuentan.
Periodista. @LauraManzo