Los próximos años serán el resultado de las medidas que se tomen hoy. Está dicho que esperamos en 2021 una recuperación en forma de V, ya que se prevé una contracción cercana a dos dígitos este año.
Sin embargo, esta reactivación será asimétrica e insuficiente para volver a los niveles pre-pandemia que, dicho sea de paso, tomará varios años hacerlo. De esta manera, nos tardará entre tres y seis años, recuperar la producción perdida, dada la gran destrucción de valor que se ha evidenciado.
De acuerdo con Moody’s, el crecimiento a mediano plazo va a ser menor, la relación deuda/PIB seguirá aumentando y habrá todavía un menor espacio fiscal. El Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2021 se muestra muy limitado para sortear la magnitud de una crisis como la actualmente experimentada. De hecho, su austeridad y la falta de una política fiscal anticíclica no solo compromete el dinamismo futuro de la economía, sino que también pone en riesgo las finanzas públicas y el grado inversión en 2021.
Así, la salud financiera de Pemex que es un pozo sin fondo, pero se le sigue viendo como motor del desarrollo, y orientar el presupuesto a las obras emblemáticas de la actual administración (cuyo presupuesto incluso fue incrementado) significa comprometer aún más el crecimiento de la economía mexicana en los próximos años, la cual básicamente está sustentada actualmente por la recuperación del sector externo.
En efecto, el destino de los recursos es hoy más importante como nunca porque los “colchones” ya se acabaron: el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios; el de Entidades Federativas y los fideicomisos no darán para mucho más, de acuerdo con lo declarado por las mismas autoridades hacendarias; resulta claro que una reforma hacendaria no podrá tampoco tardar mucho tiempo más.
Asimismo, el uso de recursos que estaban destinados a atender enfermedades graves como el SIDA o el recorte al gasto en educación básica, superior, deporte y cultura para dar más becas del bienestar o la ausencia de incrementos para atender la violencia contra las mujeres, cuando se ha evidenciado un aumento de ésta durante la pandemia, son preocupantes porque dejan huecos sociales delicados y su recuperación financiera también se verá comprometida en años posteriores.
La austeridad que se proyecta en el Presupuesto 2021 será una limitante a todas luces para la reactivación de la economía mexicana; incluso, la calificadora Fitch Ratings la proyecta como la tercera peor de Latinoamérica.
Empero, quizá más preocupantes son la pérdida permanente de avance económico potencial y el riesgo que representa Pemex para las finanzas públicas, ya que los requerimientos financieros proyectados que demandará esta empresa son una verdadera carga para el erario y no lucen realistas las proyecciones gubernamentales.
Aún más, el crecimiento esperado de 4.6% en 2021 es dependiente de la recuperación de empleos y, por ende, del consumo, y no puede pensarse en alcanzar un nivel que resulta tan optimista cuando la reapertura de la economía se ha estado dando más lento de lo planeado por la incapacidad de haber domado la pandemia. Este será un sexenio perdido. La historia se pudo haber escrito de manera diferente.
Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac México, campus Norte
Email: idea@anahuac.mx