Dentro de los varios temas abordados en la pasada X Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN) en el país, estuvo en la agenda el de energías limpias y la urgencia de responder coordinada y urgentemente al cambio climático

Para alcanzar este propósito se sostuvo la necesidad de instrumentar medidas rápidas, conjuntas y ambiciosas por parte de los tres países: Estados Unidos, Canadá y México. Entre estas, se pueden mencionar:

• Reducir el metano del sector de residuos sólidos y aguas residuales en al menos 15% para 2030, a partir de los niveles de 2020 y profundizar en la medición y mitigación de residuos y metano agrícola, incluido el logro del compromiso mundial del metano, a través de la cooperación trilateral de reducción de emisiones de este y carbono negro.

• Compartir información entre los tres países para electrificar y descarbonizar, los autobuses públicos, a través del desarrollo consensuado y cooperativo de un conjunto de herramientas de descarbonización de dicho medio de transporte.

• Desarrollar un plan estratégico para los estándares operativos y la instalación de cargadores eléctricos a lo largo de las fronteras internacionales para garantizar una transición de carga de vehículos eléctricos, sin problemas de un país a otro.

• Desarrollar el hidrógeno como una fuente regional de energía limpia.

Resulta entonces muy claro el objetivo perseguido por Estados Unidos y Canadá en este tema, de tener un socio comercial y vecino comprometido con las energías limpias, que hoy en medio de la incertidumbre está desafortunadamente, en la antesala de un panel trilateral con costes no menores a 30 mil millones de dólares. Lo que se quiere lograr es un proyecto sustentable de largo alcance, que nos permita traer parte de la producción de esos países al nuestro, sobre todo en industrias sensibles, y que nos posibilite -a la vez- aspirar a ser la región con mayor potencial a nivel mundial, consolidando cadenas de valor fortalecidas que nos ayuden a disminuir la dependencia con China, con: conocimiento, tecnología e infraestructura y sobre todo con una visión de Estado.

La competitividad, si a electromovilidad se refiere, pasa, además de estos más sólidos encadenamientos productivos regionales, por la inversión en semiconductores y las baterías de vehículos eléctricos, así como fue enfatizado en la cumbre. El destino, casi total (más de 80%) de los autos nuevos y autopartes de México es a estos dos países de Norteamérica, la transición de autos a combustión eléctrica está sucediendo, resulta un no-brainer, que si México quiere conservar su ventaja automotriz la reconversión de las plantas es ineludible, con todo lo que ello implica.

Otra vez esto nos remite a la política energética nacional actual, tan solo en materia de hidrógeno verde, esto nos abriría un cúmulo de inversiones y enormes posibilidades a la industria petroquímica con generación de miles de empleos bien pagados. La decisión está en manos del regulador, si hará modificaciones a la política proteccionista que ejerce con Pemex y CFE, porque la oportunidad está “servida en la mesa”.

Asimismo, el World Economic Forum en su más reciente publicación de “Riesgos Globales”, vislumbra el escenario del fracaso de la acción climática como el desafío más importante en la siguiente década y que consecuentemente llevará también a crisis sociales: la erosión de la cohesión y migraciones a “gran escala”.

Ante este panorama de riesgo, la transición energética es cada vez más urgente en un ambiente geopolítico con menor estabilidad. La apuesta de los tres países por las energías limpias, pareciera entonces impostergable. Ojalá el CLAN, se traduzca en un llamado a la acción y un compromiso para ello.

Coordinadora de la Maestría en Economía y Negocios y Directora del Instituto de Desarrollo Empresarial Anáhuac en la Universidad Anáhuac, México Norte
Email: idea@anahuac.mx
Twitter: @IDEA_Anahuac

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