La inversión extranjera ha sido una fuente de financiamiento muy importante para América Latina, particularmente para Brasil y México, primera y segunda economías de la región.
Si hablamos del caso mexicano, estos últimos años han dado cuenta, sin embargo, que la Inversión Extranjera Directa (IED), esta transferencia de capital que genera un compromiso e interés de largo plazo con el país receptor, en lo referente a “nuevas inversiones”, ha venido disminuyendo. Así, mientras en 2021 y 2022 se sumaron casi 33 mil 500 millones de dólares por este concepto, para 2023 apenas totalizaron alrededor de 5 mil millones de dólares (13% del total) con cifras históricas de IED (36 mil 508 mdd) y para el primer trimestre de 2024, solo llegaron recursos del orden de 908 millones de dólares, de un total de 20 mil 313 mdd, siendo que en este segundo semestre la perspectiva no es halagüeña con la incertidumbre asociada a la reforma judicial y la contienda electoral en México y ahora en Estados Unidos.
Esta narrativa de nuevas inversiones por el “momento” de México, se está quedando atrás. De hecho, en el sexenio de Peña, la IED acumuló un saldo de casi 214 mil millones de dólares, frente a 204 mil 508 millones de dólares hasta el primer semestre de este año con López Obrador.
¿Hay interés de la nueva administración en recuperar nueva inversión, para la generación de empleos y el desarrollo de cadenas de valor? Los encuentros con empresarios, a través de diversas instancias y reuniones, demuestran que sí, y desde luego la narrativa de confrontación ha cambiado por una de conciliación. Empero, la palabra clave es confianza en un entorno que se comprometa a dar mayor seguridad y abasto de agua y energías limpias, lamentablemente no abona la reforma judicial que ha generado muchas dudas e inquietud por la falta de garantías institucionales.
De nueva cuenta, en esta administración habrá una promoción activa para atraer inversión extranjera, sobre todo aquella de alto contenido tecnológico a través de un órgano diseñado exprofeso dentro de un marco de reordenamiento regional que promueva su desarrollo; ya que, actualmente está muy concentrada la atracción de IED en unas cuantas entidades. Además de la instalación de una “ventanilla única” empresarial para agilizar los proyectos privados, un plan de incentivos para la inversión y la promesa de oportunidades de negocio; así como mesas de trabajo en temas tan relevantes como la reforma judicial y la renegociación del T-MEC, claramente tendiéndose un puente de diálogo.
El momento para el esfuerzo de atracción de recursos foráneos es de especial relevancia por el nearshoring, pero también acorde con la política de disminuir las importaciones de Asia, particularmente chinas y aumentar el contenido nacional; así como, el reposicionar el bloque norteamericano, especialmente cuando la revisión del T-MEC es prioritaria en la agenda nacional y su importancia es por demás relevante, cuando el comercio de la región es 30% del Producto Interno Bruto (PIB) global y la inversión ha sido fundamental para consolidar nuestro potencial en manufactura ligera. Tan solo Estados Unidos, el año pasado contribuyó con 38% del total de IED al país.
Se está dando sentido a una nueva relación entre el gobierno y la iniciativa privada, imprescindible cuando prácticamente en seis años el Producto Interno Bruto quedó estancado; empero, la inversión se basa en garantías, y será un arduo trabajo estratégico convencer con un marco legal que genera suspicacias en su claridad y predictibilidad.
Catedrática de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México
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