No nos debe quedar duda alguna que estamos en una emergencia climática. El calentamiento global no ha “dejado títere con cabeza”, como se dice popularmente. Y ante esta situación los países no están haciendo los esfuerzos requeridos, más aún después de la pandemia y crisis económica, ha tomado revuelo la inversión en los combustibles fósiles, de la cual muchos se jactan de jugosas ganancias.
Lo que procedería en estos momentos de impactos irreversibles al planeta, sería un enfoque de cooperación internacional, bajo un esquema de quien contamina más paga más, siendo que los países ricos son responsables de la mitad de la emisión de los Gases de Efecto Invernadero (GEI). Entre las medidas sería financiar con créditos blandos o reestructuración de pasivos o incluso condonación de deudas a los países en desarrollo que han enfrentado desastres climáticos o presentan riesgos eminentes; claro está, sin eximirlos de sus propias acciones de emisión de GEI. El punto es que como el tiempo apremia, si no se puede llegar a un acuerdo nacional, de menos actuar a nivel regional y/o local.
¿Cuál fue la postura de México en la más reciente conferencia sobre el cambio climático? Se comprometió a la mitigación en 35% de los efectos de los GEI al 2030. A las 35 medidas ya tomadas, hay 9 adicionales que se agregaron, mediante soluciones naturales, transporte de bajo carbono, fomento industrial, y duplicación de la generación de energías con baja huella de carbono.
México estuvo presente en la COP27 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en El Cairo, a través de la representación que hicieran casi 200 gobiernos asistentes, en el que se respaldaron las metas establecidas para mantener el calentamiento global en 1.5 grados Celsius (el mundo se ha calentado 1.1 grados desde la era preindustrial), a pesar de la tentativa china de aumentar a 2°C, pero terminaron sin abordar su causa raíz: la quema de combustibles fósiles.
Sin embargo, por primera vez los países más vulnerables contarán con un fondo, alimentado por países desarrollados para hacer frente a catástrofes climáticas en el futuro. No obstante, para que este fondo se haga operable tomará tiempo como, por ejemplo, cuántos países van a cooperar y con qué monto. Por lo que, iniciativas como el Global Shield (soluciones financieras congregadas bajo un mismo paraguas para amortiguar los riesgos del cambio climático), es importante se mantengan como medidas de respuesta automática.
En general, la COP27 llegó a su fin con éxitos y fracasos, en el combate al cambio climático. El mayor logro fue el fondo financiero; sin embargo, no se alcanza un acuerdo para eliminar los combustibles fósiles. Como lo expresó el Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres: “el mundo necesita un salto de gigante en la ambición climática. Una drástica reducción de emisiones es la única respuesta a la crisis que amenaza con borrar del mapa a los países-isla o convertir todo el África en un desierto”.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2021 en México, la degradación ambiental costó 4.6% del Producto Interno Bruto (PIB). Lo que más contribuyó en términos económicos fueron las emisiones en el aire, equivalente al 2.6% del PIB, seguido por la degradación del suelo, los residuos sólidos y aguas residuales. Por lo que hay mucho trabajo por hacer, en virtud de que nos estamos quedando cortos.
La COP27 significó un avance pequeño, el año que entra en la cumbre del clima a celebrarse en Emiratos Árabes Unidos, una vez más, la idea de fijar un pico de emisiones para 2025, será uno de los temas prioritarios a tratar. No tenemos más tiempo que perder, como ha expresado la activista medioambiental Greta Thunberg “el planeta no espera”, está en nuestras manos acelerar las medidas que esta emergencia climática nos demanda.
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