Dice un consejo popular “si afuera las cosas no pintan bien, tu casa debe estar arreglada y en armonía”. Más allá de cualquier ideología, esto es sentido común. Este 2025 sortearemos mucho de lo que será nuestro devenir en los próximos años ¿estamos preparados? ¿nos estamos preparando? Incluso ¿estamos conscientes?
Hay una combinación de factores externos e internos que generan un ambiente de alta incertidumbre. Por un lado, las reformas promovidas en la administración anterior, especialmente la del Poder Judicial y la de los Organismos Autónomos. Por otro lado, la victoria de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, particularmente por las decisiones que se hagan en materia arancelaria, migratoria y de seguridad.
De esta manera, el panorama económico para 2025, se hace un tanto impredecible y en este ámbito lo mejor que se puede hacer es manejar escenarios en un marco de clara desaceleración económica y volatilidad cambiaria.
En este sentido la perspectiva económica para este año, es un tanto incierta. Es claro, que la desaceleración de la demanda interna en especial de la inversión, continuará y si el primer trimestre de este año experimentará un crecimiento económico negativo, después de que se espera un estancamiento en los últimos tres meses de 2024, esto reflejaría una “recesión técnica”. Se esperaría un avance del Producto Interno Bruto (PIB) inferior incluso a 1% este año.
La ausencia de una reforma fiscal por su parte, ha puesto mucha presión en las finanzas públicas. Llevar el déficit fiscal de 5.9% en 2024 a 3.2% este año; supone una retracción del gasto público de 1.5 puntos porcentuales del Producto Interno Bruto (PIB), que tendrá fuertes implicaciones en el crecimiento del país. A ello se agrega la política monetaria, que pudiera llevar la tasa de referencia de 10% a 8% al final de este año, pero aún con una tasa real por encima de 4%. Por lo que la desaceleración podría ser mayor.
De no lograrse una reforma fiscal en el futuro próximo, México perderá el grado de inversión y esto complicaría la situación financiera del país.
La situación externa es también compleja. La relación con nuestro principal socio comercial está, de acuerdo a varios analistas, en el peor momento desde los ochenta, además cuando quizá haya un cambio de paradigma de Estados Unidos con el resto del Mundo.
El arribo del segundo mandato de Trump a la Casa Blanca vendrá acompañado de órdenes ejecutivas, algunas que tendrán que ver con nuestro país, como el endurecimiento migratorio, reforzamiento a la seguridad y la imposición arancelaria, y otras que acabarán por trastocar el equilibrio internacional al menos en sus dichos, así lo ha externado el próximo presidente de Estados Unidos.
¿Cuál acabará siendo su posición final de acción política? No lo sabemos a ciencia cierta, pero nos encontramos vulnerables por situaciones autoinfligidas violatorias, incluso al T-MEC en algunos casos, y con una economía debilitada en lo económico y en lo institucional.
En esta coyuntura debemos de preparar un grupo de expertos y con experiencia en pasadas negociaciones, con una estrategia de cabildeo extenso, de respeto, pero contraria a la confrontación, como mínimas condiciones para hacer frente a lo que vendrá. Sin duda, mucho de lo que suceda este año, será fundamental para los próximos años y la renegociación del T-MEC. El Plan México es una excelente noticia porque es urgente reactivar la inversión, pero debe de haber una consistencia general y garantizar el estado de derecho. Así como reforzar un ambiente de negocios propicio para fortalecer tanto a las micro, pequeñas y medianas empresas, 5 millones de empresas que generan casi dos terceras partes del empleo, como al surgimiento de nuevos emprendimientos. Hay que reforzar un plan de acción y contención, es claro que el proteccionismo se asoma y no es posible minimizarlo.
Catedrática de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México
Email: liturbid@anahuac.mx
