Este 10 de marzo celebramos por segundo año el Día Internacional de las Mujeres Juezas, aprobado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en el año 2021. Este día marca un hito, reconociendo la importancia y relevancia de la inclusión de las mujeres en los puestos más altos de la judicatura.
Esto tiene como trasfondo que una representación de género justa refuerza al poder judicial. Esto se debe a que las juezas contribuyen significativamente a la calidad de la toma de decisiones y, por tanto, de la propia justicia, pues aportan las experiencias vividas a sus acciones judiciales, consideraciones que no se habrían tenido en cuenta en su ausencia.
De esta forma, la perspectiva de género mejora la imparcialidad de las resoluciones, al representar diferentes puntos de vista, no solamente el tradicionalmente masculino, lo que en última instancia beneficia tanto a hombres como a mujeres. Así, las juezas, al ser parte y ejercer el liderazgo en sus instituciones, ayudan a generar confianza en el propio poder judicial.
La lucha contra la corrupción y otros delitos solo puede tener éxito si el poder judicial es integrador, diverso y ofrece diferentes perspectivas de género. Por ello, la representación paritaria de mujeres y hombres en la administración de justicia es tanto un objetivo en sí mismo como una condición esencial para la protección equitativa y efectiva del interés general, sin favorecer a ningún grupo sobre otro.
Además, la composición del poder judicial debe representar a la sociedad a la que sirve y la diversidad de sus voces y perspectivas para que realmente goce de plena legitimidad y confianza.
Pese a esto, los datos actuales no son del todo alentadores. Tan solo 39% de los jueces del mundo son mujeres. En el caso de México los datos revelan que es el 36%. De esta forma, en 200 años, únicamente, catorce mujeres han sido ministras del máximo tribunal de este país. Todo esto contrasta con tener cada vez a más mujeres egresadas con carreras de derecho.
En cuanto al liderazgo judicial, alrededor de un tercio son mujeres presidentas en las supremas cortes de la región. Una de esas excepciones positivas es la de México, en la que se ha elegido recientemente en enero de 2023 a la ministra presidenta Norma Lucía Piña. Esta es la primera vez que una mujer ocupa el cargo más alto del poder judicial del país como presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura Federal, el cual forma parte del Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción. Este ejemplo, marca un acontecimiento de referencia por la igualdad en el sistema judicial.
La ministra presidenta Piña representa no solo a los ministros y ministras de la judicatura sino también a las mujeres. Ella rompe por primera vez, lo que hasta ahora era un techo de cristal y el reflejo de la cultura patriarcal en la judicatura. Que ella tenga este puesto significa que, sí se puede. Que las mujeres sí pueden ser juezas, que las mujeres sí pueden ser presidentas de las Cortes Supremas de sus países.
Por todo ello, para que este hecho no sea una excepción, deje de sorprender y ser noticia, es importante que celebremos este Día Internacional de las Mujeres Juezas.
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