Atrás quedaron los tiempos de las promesas y sería relevante porque la promesa de un “futuro mejor” fue fórmula y antídoto, hasta que, como todo, lograron degradarla a balbuceo dictado por la inercia. Hoy es diferente, hoy no nos hablan de futuro, tampoco hay muchas promesas en el aire y tal vez sea porque ya vivimos en el México prometido, ese que hace apenas cinco años era sólo una esperanza; pocos imaginaron que la anhelada transformación sería así: impasible y sangrienta.
Sin embargo, desde el lugar donde se encuentra usted hoy leyendo, la vida podría parecer linda y hasta pacífica, sin faltar (naturalmente) los escollos de la cotidianidad. De esa forma también veían la vida las familias de los mil 272 niños y adolescentes que fueron asesinados durante el primer semestre de 2022 en algún atroz y desgobernado punto del país. Se trata de la muerte de mexicanos que no alcanzaron a soñar con algún futuro, hablamos de vidas tan cortas que apenas fueron instantes de supervivencia en tan hostiles entornos.
Datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim) señalan que 2022 arrancó con el trágico registro de 6.6 menores asesinados cada día de enero a marzo, para concluir el primer semestre del año con el promedio de siete asesinatos diarios. Las entidades con las cifras más altas de homicidio de menores con arma de fuego son: Guanajuato, Michoacán, Estado de México, Zacatecas y Chihuahua.
En Ucrania, tras seis meses de guerra, UNICEF denunció la muerte de 362 menores de edad, mientras que México en los primeros seis meses de 2022 registró mil 272 asesinatos.
La escalofriante realidad es que éste no es el único registro que, casi en silencio, crece y corroe las entrañas de nuestro país; la desaparición de personas lo descompone todo, nos pulveriza como sociedad. No hay forma más cruel de morir que desaparecer, no hay forma más atroz de aniquilar a una familia que arrebatándole un hijo, sembrando en los padres, hermanos y familiares la rabia de la injusticia y la esperanza de encontrarlo.
Más de 4 mil 300 personas de 0 a 17 años fueron registradas como desaparecidas del 1 de enero al 7 de diciembre de 2021, de acuerdo con Redim.
Pero estos no son datos que se puedan musicalizar con Chico Ché o Grupo Firme por la mañana, tampoco es tema que merezca la atención de gobernadores, fiscales y secretarios de seguridad, no hemos visto a un solo representante del pueblo defender la vida de los niños de México con la garra y pasión que defienden el pellejo y sus pillerías en esas telarañas de vulgaridad que llaman recintos legislativos.
Los que están ahí, los que ríen, posan, maldicen o aplauden pero cierran los ojos, no podrán hacerlo por siempre y esta verdad de muerte y guerra no es algo de lo que se pueda escapar; un día, cubiertos de ridículo y miseria, bajarán del estrado para mostrarse todavía más pequeños y baldíos, arrastrando por siempre su legado de muerte e impunidad.
Pablo Neruda
Al pie desde su niño:
El pie del niño aún no sabe que es pie, / y quiere ser mariposa / o manzana.
Pero luego los vidrios y las piedras, / las calles, las escaleras, / y los caminos de la tierra dura / van enseñando al pie que no puede volar, / que no puede ser fruto redondo en una rama.
El pie del niño entonces / fue derrotado, cayó / en la batalla, / fue prisionero, /condenado a vivir en un zapato…
Es la ineptitud criminal la que condena a la infancia de México, será nuestro silencio cómodo y egoísta el que lo permita.
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