El que mostró quién manda en Guanajuato (al menos en Morena), nos platican, es Ernesto Prieto Ortega, amigo personal del presidente Andrés Manuel López Obrador, pues logró colocar a sus retoños en deseadas candidaturas. Nos detallan que su hijo el alcalde de Salamanca, César Prieto Gallardo (Morena), fue designado como candidato para buscar la reelección, a pesar de que la Comisión Nacional de Elecciones se había inclinado por la empresaria Claudia Leticia Martínez González (Morena), pues salió mejor posicionada en las encuestas. Además, su otro hijo, Ernesto Prieto (Morena), es candidato a diputado federal por los principios de mayoría y representación proporcional. Nada mal, ¿no?
Una fórmula bien patrocinada
El que “sacó el colmillo” en Chihuahua, nos comparten, fue el exdiputado local Mario Vázquez Robles (PAN), quien es candidato de la Coalición Fuerza y Corazón por México para un escaño del Senado. Nos indican que don Mario nombró como su suplente a la empresaria Adriana Fuentes Téllez (PRI), quien es reconocida no sólo por haber sido candidata del PRI a la presidencia de Ciudad Juárez en los comicios pasados, sino también por pertenecer a una de las familias más adineradas y poderosas de la frontera, por lo que varios “malpensados” aseguran que fue “plan con maña” para garantizar patrocinio económico. ¡Qué tal!
¿Qué pasará con las titulaciones?
Donde “se les está haciendo bolas el engrudo”, nos comentan, es en la Universidad Autónoma de Sinaloa, por el tema de la validez de los recientes títulos académicos que emite a sus egresados, debido a que el firmante es Robespierre Lizárraga Otero, encargado de la Rectoría, lo que para algunos no tiene carácter legal. Nos recuerdan que el rector Jesús Madueña Molina enfrenta diversos procesos judiciales y, en uno de ellos, el juez dictó como medida cautelar separarse del cargo de forma temporal, por lo que el Consejo Universitario nombró a un encargado de despacho, pero su estancia ya superó los 40 días que fija el reglamento y debería nombrarse a un rector sustituto para darle la validez a lo que se firma, por lo que todo se encuentra en un limbo. ¡Qué tal!