Vengo de pasar algunos días en México. El giro al sistema de comercio global que conocíamos hasta ahora acapara los titulares. Donald Trump hace subir y bajar las bolsas del mundo con una sola publicación en las redes sociales. Se imponen aranceles, se quitan aranceles. Se imponen aranceles y, otra vez, se quitan aranceles. Si usted está confundido, no está solo. Es difícil seguirle el ritmo a las decisiones que se toman en la Casa Blanca.

De todas las amenazas que Trump ha anunciado para México, la que acapara por ahora toda la atención es la amenaza comercial. Esa es la impresión que tuve en estos días. Y no es para menos: la sombra de una recesión se posa sobre nosotros. Pero me propongo aquí no ignorar otro asunto clave y que creo que ha perdido importancia en México: las deportaciones de Trump.

Trump llegó a la Casa Blanca porque los votantes estadounidenses estaban molestos con los altos precios y el alto costo de vida, y por la crisis en la frontera, con un número record de migrantes que cruzaron de forma irregular durante el gobierno de Biden. Su principal promesa de campaña fueron las “deportaciones masivas”. Aseguró que deportaría a “20 millones de personas” que, según él, viven en Estados Unidos sin documentos. Desde la contienda electoral sabíamos que esa era una promesa imposible de cumplir. Primero, porque no existen tantos inmigrantes sin documentos en Estados Unidos. De acuerdo con el Centro de Investigaciones Pew, hay unos 11 millones. Segundo, porque la capacidad de las agencias federales está al límite. Un reporte de NBC News asegura que los centros de detención para inmigrantes están saturados, así que no hay espacio para poner más migrantes arrestados mientras esperan su proceso de deportación. Pero todo esto es irrelevante. El número no importa. Más allá de si las deportaciones masivas de Trump son posibles o no tal y como él se las imagina, el hecho es que lo está intentando. Y eso es suficiente para inundar de temor a comunidades enteras en Estados Unidos.

En el sur de Florida, por ejemplo, en Homestead, he hablado con personas que dicen que ya no salen a hacer las compras porque tienen miedo. Vecinos y líderes comunitarios los apoyan llevándoles alimentos a su casa. Algunos niños dejaron de ir a la escuela.

La estrategia es el espectáculo del miedo: las imágenes de hombres arrestados en Estados Unidos, casi todos venezolanos, expulsados a la megacarcel de máxima seguridad de Nayib Bukele en El Salvador. No hay precedente de esto. La administración Trump asegura que todos son criminales y pandilleros. ¿Cual es la evidencia? No la han mostrado. ¿Cuáles son los cargos? No los conocemos. “Si ese es el destino que nos puede esperar, yo ya estoy pensando en mejor irme de aquí con mi familia,” me dijo Noemí, una joven beneficiaria de DACA que está cansada de vivir aterrada.

Información del gobierno apunta a que casi la mitad de los arrestado en lo que va del segundo mandato de Trump, no tienen antecedents criminales.

Esta semana el IRS, el sistema tributario en Estados Unidos, llegó a un acuerdo con las autoridades migratorias para compartir información de inmigrantes sin documentos. Un giro en la forma en que se utilizan y se protegen los registros fiscales de quienes pagan impuestos. De acuerdo con el IRS, los inmigrantes sin papeles pagaron 97 mil millones de dólares en impuestos en 2022.

Sí, muchísimos inmigrantes sin documentos pagan impuestos, contrubuyen a la economía y aportan a la cultura y la sociedad de Estados Unidos. Pero hoy, viven con miedo de perderlo todo. Algo para recordar, aún en tiempo de aranceles.

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