Cuántas décadas han pasado solo en esta semana? Parecen muchas. Si Thomas Mathew Crooks, el atacante del sábado, hubiera disparado una pulgada más a la derecho, o si Trump no hubiera movido su cabeza, hoy no estaríamos aquí. Pero Trump está vivo y con suerte. Esta semana también una jueza federal desestimó uno de los casos legales más fuertes en su contra. Y esta semana el Presidente Biden tiene covid y su partido lo presiona para que abandone la contienda.
Esta semana, en Milwakee, Wisconsin, en esta Convención Nacional Republicana, los delegados presentes y los simpatizantes del partido llevan gorras que dicen 45/47. Trump es el Presidente número 45 en la historia de Estados Unidos, y quieren que sea el 47. Las cosas se han ido acomodando para que eso no solo sea una aspiración lejana, sino muy probable.
Trump es ya oficialmente el candidato republican a la Casa Blanca. En 2016, con su primera nominación, había un sector importante del partido que aún se resistía a él. En 2020 perdió, vino el ataque al Capitolio, vinieron los juicios en su contra. Y hoy, con todo eso encima, el partido republicano está absolutamente entregado a él.
Por primera vez desde Richard Nixon, un hombre recibe tres veces la nominación presidencial de un partido. Por primera vez desde FDR, un hombre recibe tres nominaciones consecutivas. Por primera vez un hombre encontrado culpable de 34 cargos criminales, y encontrado responsable de abuso sexual y de fraude financiero, es el candidato. Por primera vez un hombre que, según el Departamento de Justicia y un Gran Jurado, intentó revertir los resultados electorales, es nominado a regresar a la Casa Blanca.
Alguien me dijo esta semana: “quiero a Trump para ir al casino con él.” El hombre se llevó toda la suerte que había. A los demócratas no les ha quedado nada. Biden está cada vez más aislado por su diagnóstico de coronavirus y por sus aliados (lo son?) y sus propios compañeros de partido. Ahora sabemos que Nancy Pelosi, Chuck Shummer y Barack Obama están todos preocupados por la contienda y han operado para que el presidente abandone su candidatura. Y mientras Trump celebra su nominación que parece coronación de los republicanos, los demócrtas llevan semanas en la incertidumbre. Semanas que parecen décadas. Es la suerte de Trump.