Él hizo sus promesas y Estados Unidos lo eligió. Ya lo conocíamos. Y ganó. Ahora no hay sorpresas. En solo un día, Trump apretó toda la política pública de cuatro años de gobierno y, firma tras firma, decreto tras decreto, hizo todo lo que dijo que iba a hacer.
No hay sorpresas, pero es abrumador. Como periodista, escuchar su primer discurso en la rotonda del Capitolio, fue como caminar en un campo de minas en el que cada frase que pronuncia contiene un explosivo. “La era dorada de Estados Unidos comienza hoy”. “El declive de América está por terminar conmigo”. “Dios me salvó para hacer a América grande otra vez”. “Hoy firmaré una serie de acciones ejecutivas que harán historia”.
A solo horas de haber comenzado su gobierno, echó para atrás 78 órdenes ejecutivas de su predecesor, y firmó nuevos decretos, proclamaciones y memorandos con los que cumplía muchas de sus promesas de campaña. Algunos de esos documentos entraron en efecto inmediatamente, como el perdón a unos 1,500 criminales convictos por el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021. Otros, como el decreto anti-inflación, que ordena a las agencias de gobierno implementar “alivios de emergencia en los precios al consumidor”, pueden tomar más tiempo en aplicarse. Y otros ya enfrentan, o enfrentarán, batallas legales.
Pero ¿cómo entender todo esto en tiempo real? ¿Cómo procesarlo, organizarlo y contarlo con precisión y justicia a la audiencia? 8 años después de su llegada a la escena política, decendiendo por esa escalera electríca de Nueva York, Trump sigue siendo un reto para el periodismo. Desulmbrarnos, aturdirnos, confundirnos, ahogarnos de información en un solo día fue, pienso hoy, parte de la estrategia. Trump regresa a la Casa Blanca y sabe lo que hace. El lenguaje de sus decretos es mucho más sofisticado que el que usó en su primer gobierno. La segunda investidura de Trump fue el acto de un protagonista que regresa al escenario lleno de experiencia y serenidad, como quien tuvo cuatro años preparando cada uno de sus movimientos.
Pero el resto del mundo tiene también más experiencia. Lo conoce. Su juramentación fue un recordatorio de lo que viene y, para mí, de las mejores prácticas para asumirlo como reportero. Lo primero que hay que tener claro es que con Trump es imposible abarcarlo todo. Es necesario elegir. Enfocarse. Concentrarse en una cosa, y después ir a la siguiente. “Cabeza fría,” diría la presidenta Claudia Sheinbaum.
Pienso que a Trump se le juzgará por su capacidad para reducir los precios de las cosas y controlar la migración. Es ahí en donde hay que enfocarnos. Las dos fueron sus grandes promesas de campaña. La primera, sin embargo, en gran medida escapa de sus manos. Y su amenaza de aranceles va directamente en contra de ese objetivo: el impuesto a las importaciones aumentará la inflación en Estados Unidos. ¿Será entonces posible que la amenaza de aranceles sea solo una estrategia de negociación?
La segunda promesa es mucho más fácil de medir y por eso Trump se concentra ella. Lo demuestran la cantidad de firmas que plasmó en decretos sobre migración. Declaró una emergencia en la frontera. La caída de la aplicación CBP One. El regreso del programa Permanecer en México. La pausa al programa de refugiados. El objetivo claro de aumentar las deportaciones. El fin del derecho a la ciudadanía por nacimiento. Ahí tiene Trump la mira puesta.
Esta promesa de cerrar la frontera y deportar inmigrantes tiene además un altísimo costo en la vida de miles de personas y por eso es tan importante seguirla con cuidado.
Y luego está el hecho de que Estados Unidos es, después del 20 de enero de 2025, un país muy distinto. El traspaso del poder de un presidente a otro fue más que solo un pase de estafeta entre Biden y Trump. Fue una sacudida profunda al sistema político de la democracia más importante del mundo. Ahora el Presidente se rodea de los magnates tecnológicos del país y en su juramentación les da mejores asientos que a su gabinete. Ahora Elon Musk, quien tiene contratos multimillonarios con el gobierno, le habla al oído a Trump. Ahora el Presidente saca su propia criptomoneda con su nombre y el de su esposa. Y es verdad: la corrupción y los conflictos de interés siempre han existido. Pero ahora no hay preocupación por esconderlos. ¿Quién le va a decir algo a Donald Trump? Ahora el Presidente tiene inmunidad total porque la Corte Suprema se la entregó.
De todo esto hablaremos en las próximas semanas. Paso a paso, una cosa a la vez.