Las últimas semanas nos han dado escenas que parecen de otra era; un tiempo de descontento social. Pero son imágenes de hoy: equipos antimotines en edificios tomados por manifestantes, policías con casco y estudiantes arrestados con las manos esposadas. El choque entre las autoridades y los manifestantes contra la guerra en Gaza se ha extendido por las universidades de todo Estados Unidos, y la mayoría de ellas se han enfrentado con mano dura. Más de 1,500 personas han quedado detenidas en todo el país. El número seguramente crecerá en los próximos días.
En el fondo de todo esto hay una pregunta elemental: ¿cuándo deben permitirse las protestas, aunque sean incómodas? ¿cuándo debe negociarse con los manifestantes? y ¿cuándo es necesario que intervenga la policía para dispersarlos?
El Presidente Biden dijo el jueves que “existe el derecho a la libre expresión, pero no el derecho al caos”.
Las protestas reviven el fantasma de las manifestaciones universitarias de 1968 contra la guerra en Vietnam. Hace 56 años, la policía irrumpió violentamente en un edificio que los estudiantes habían tomado en la Universidad de Columbia, Nueva York, y esta semana esa escena se repitió.
El movimiento en algunos de los centros de estudios de más prestigio en Estados Unidos (Columbia, Harvard, Yale, Emory o Emerson) cobra dimensiones históricas. A diferencia de otras protestas recientes en en el país, como Black Lives Matter por el asesinato de George Floyd a manos de la policía en 2020, o bien Occupy Wall Street por la crisis económica en 2011, este movimiento no nace a partir de un asunto interno sino de una guerra en Medio Oriente. Los manifestantes consideran que la crisis en Gaza es, en parte, responsabilidad del gobierno de Estados Unidos.
En año de elecciones, el costo para el Presidente Joe Biden puede ser muy alto. Los demócratas le temen al recuerdo de 1968, cuando la convención de su partido fue en Chicago y resultó ser un desastre, en parte por las manifestaciones contra la guerra. Los demócratas estaban profundamente divididos sobre Vietnam. Este año, también: los más progresistas del partido están inconformes porque creen que Biden ha sido muy débil ante el gobierno de Benjamín Netanyahu. Este año, la convención demócrata también será en Chicago.
Más aún, Joe Biden tiene un problema con los electores jóvenes. Los datos apuntan a que cada vez más de ellos dicen que votarán por Trump.
El New York Times lo explica de esta manera después de consultar a numerosos encuestadores: “la guerra entre Israel y Hamas en Gaza refleja una de las diferencias más grande de los jóvenes con un presidente en un periodo de 40 años. El apoyo de Biden a Israel ha hecho que su popularidad colapse con uno de los grupos que más solían apoyarle: los votantes entre 18 y 29 años”.
Lo cierto, por fortuna, es que hasta ahora los estudiantes en las protestas no han atacado a la policía y los oficiales han actuado de forma relativamente contenida. Esto no es 1968, cuando la policía disparó contra 28 estudiantes y mató a tres en Carolina del Sur. Es posible que las manifestaciones se debiliten en el verano, después de las graduaciones universitarias. Pero no será el fin. Sin un cese al fuego en Gaza, los jóvenes se harán escuchar hasta noviembre.
Periodista mexicano radicado en EU