A raíz de la pandemia Covid-19, cada vez más consumidores a nivel mundial consideran la responsabilidad social como una importante variable para seleccionar productos y servicios. El sector financiero no es la excepción y así aparecen las finanzas sostenibles que cada día ganan más adeptos.
El inversor “verde” busca más que la rentabilidad económica. Desea tener un impacto positivo. Posee sensibilización ecológica y social, aunque el afán por invertir éticamente disminuye si el rendimiento financiero es pobre. Se trata de un ser racional, cuyas elecciones dependen de sus limitaciones presupuestales y sus preferencias de consumo. A la hora de seleccionar un producto financiero, destaca el aspecto ético.
Sin embargo, la mayoría de los inversores éticos no invierten exclusivamente en valores sostenibles o responsables: tienen una cartera mixta, en la que la inversión sostenible representa una estrategia más amplia para equilibrar el riesgo y el rendimiento.
Los productos financieros socialmente responsables pueden presentarse en forma de pensiones y de inversión, bonos verdes y sociales y microcréditos.
Los fondos de pensiones y de inversión son instrumentos que permiten la canalización del ahorro de particulares hacia modelos de inversión sostenible, administrado por un organismo gestor. Los bonos verdes y sociales son títulos de deuda emitidos por entidades públicas o privadas que tienen como objetivo conseguir capital de los inversores mientras las denominadas microfinanzas son pequeñas cantidades de dinero concedidas en forma de préstamos para el emprendimiento o desarrollo de negocios que no pueden acceder a los tipos más tradicionales de financiación.
Ahora, ¿por qué en México no se presenta un boom en este tipo de inversiones como ocurre en economías desarrolladas?
Porque las entidades financieras no comunican bien estos productos a los consumidores potenciales. Para encontrar la oferta de productos de finanzas sostenibles, se debe buscar específicamente en los sitios de Internet de las instituciones analizadas. Esto puede reducir de forma importante el alcance y, por lo tanto, el número de personas que reciben información sobre estos productos.
Así, las instituciones financieras deben revisar sus estrategias de marketing para ajustar sus comunicaciones y poder llegar a los nichos específicos interesados en invertir, pero que aún no conocen este tipo de productos.
También es conveniente enfatizar la rentabilidad de las finanzas sostenibles. Las instituciones que desean aumentar el número de inversionistas en estos productos deben utilizar una explicación sencilla, que facilite al comprador el entendimiento y la atracción hacia este tipo de productos.
Hasta ahora, las entidades financieras pierden una importante oportunidad de negocio, pues el compromiso social es altamente elástico en cuanto al precio si el fondo tiene una rentabilidad razonable.
Covid-19 y finanzas sostenibles
En sí, las finanzas sostenibles no solo permiten a las entidades financieras captar nuevos recursos, sino que involucran al sistema financiero y a sus consumidores en el logro de los objetivos de desarrollo social. La implicación ética es una tendencia que no desaparecerá de los mercados. No después de la crisis derivada del Covid-19.