Las políticas comerciales del gobierno norteamericano han generado incertidumbre económica y financiera, afectando la inversión empresarial y las bolsas de valores. Como hemos señalado, la sola amenaza de la aplicación de aranceles había sido suficiente para detener los flujos anunciados, pero ahora se suma la inconsistente aplicación de los aranceles, que tardan más en entrar en vigor de lo que se vuelven a pausar y ahora se aplican a capricho. Sin embargo, ya se están aplicando a una importante proporción de las exportaciones mexicanas, por lo que las expectativas sobre cómo y cuándo reaccionará el gobierno de México, que se lo está tomando con calma, toman relevancia para los sectores afectados.
Las semanas pasadas fueron relativamente caóticas debido a las inconsistentes decisiones del gobierno de Estados Unidos respecto a la aplicación de aranceles a las importaciones provenientes de México. Como se había anunciado, el 3 de marzo entraron en vigor los aranceles generalizados de 25% a todos los productos, los cuales habían sido pausados en febrero, medida que duró dos días debido a que se pausaron nuevamente hasta el 2 de abril, pero solo para los productos que cumplen con las reglas de origen para el tratamiento arancelario preferencial del T-MEC. Posteriormente, el 12 de marzo se activaron los aranceles de 25% al acero y aluminio, lo que en principio implica un doble impacto para productos que cumplen las dos condiciones: contienen acero y no cumplen las reglas del tratado. Destacan en este supuesto un porcentaje de los automóviles y autopartes que se exportan.
Ahora bien, en medio de este caos, los propios sectores productivos norteamericanos mostraron preocupaciones, especialmente los fabricantes de automóviles estadounidenses que importan acero, lo que influyó en la decisión de pausar la aplicación del arancel de 25% para las importaciones relacionadas con esa industria, y que posteriormente se extendió a los bienes dentro del T-MEC hasta el 2 de abril, cuando el gobierno de Estados Unidos determinará aranceles recíprocos para varios países del mundo.
En 2024, Estados Unidos importó 515 mil 948 millones de dólares en bienes desde México. Algunos reportes analíticos indican que los productos exportados por México que no cumplen con las reglas de origen del T-MEC o con el contenido regional exigido podrían representar casi 50% del total. En contraste, la Secretaría de Economía señala que tal porcentaje se encuentra entre 10% y 12%. Más allá de precisar este valor, destacan sectores altamente sensibles como la industria automotriz y de autopartes. Según la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), 8.2% de los autos ligeros y 20.4% de las autopartes exportadas a nuestro socio comercial no cumplen con la regla de origen del tratado e ingresan al Mecanismo de Nación Más Favorecida (NMF) de 2.5% de arancel. Estos productos tienen de entrada el peso y la problemática que representa el incremento.
El 53.2% de las exportaciones mexicanas de acero tienen como destino los Estados Unidos, y según la Canacero, cerca de 50% de estos envíos cumplen las reglas del Tratado, por lo que el porcentaje que no cumple estaría sujeto a un doble gravamen, es decir, se le aplica 50% del valor. Por su parte, México importa acero que se incorpora a la producción de la industria automotriz, por lo que los aranceles complican la integración de la cadena productiva, y si se configura un esquema de medidas “retaliativas” por parte de México, la pérdida de competitividad sería inminente para la industria más apoyada en México.
No queda claro si la apuesta del gobierno mexicano de esperar al 2 de abril a que entre en vigor el esquema de aranceles espejo anunciados por el gobierno norteamericano es la correcta, ya que se puede estar pecando de prudente y tener que reaccionar de manera tardía. Entre tanto, los efectos económicos pueden ser importantes, como la disminución en la actividad productiva en sectores clave y, por ende, en el empleo, el cual ha estado significativamente decaído desde el año pasado. De igual forma, el regreso de una espiral inflacionaria sería desastrosa en un entorno de bajo crecimiento y limitado margen de acción del gasto público.
Los escenarios para la próxima revisión y/o renegociación del T-MEC auguran retos importantes, que más que prudencia y “cabeza fría”, requerirán estrategia asertiva y firmeza en la defensa de los intereses del país.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.