El pasado miércoles, la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, a través de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, publicó un segundo paquete de medidas de apoyo dirigido a las instituciones financieras para afrontar el manejo de su cartera vencida por el riesgo de impago en créditos.

A diferencia del primer paquete de finales de marzo que se orientó al diferimiento de pago de créditos por cuatro o seis meses sin hacer cobro de intereses, multas o comisiones, este segundo paquete busca que la banca comercial proceda con la reestructuración de créditos a quienes no puedan pagarlos y lo soliciten, ya sea que se hayan inscrito al primer programa o no. Siempre y cuando estén al corriente en sus pagos, podrán acceder a la disminución de tasas, ampliación de plazos, reducción de saldos y consolidación de deudas con el registro de notas “suaves” en el historial crediticio.

Al momento, la invitación de Hacienda no obliga a los bancos ni a otras instituciones a que se sumen al programa; sin embargo, emitió cuatro medidas que buscan incentivar su participación y éstas se enfocan en ajustes contables que no representen notas negativas en su administración; así como medidas que les proporcionen mayor liquidez. Es importante señalar que aquí no hay rescates y tampoco apoyos económicos: son facilidades para que bancos agilicen trámites de manejo de cartera y no se conviertan en un problema grave.

Y es que como dice la frase “el miedo no anda en burro”, el monto de la cartera morosa por la pandemia es muy alto. Vale decir, para poner en contexto la dimensión de la situación, que en el primer paquete de medidas se registraron 8.6 millones de créditos cuyos saldos totales ascendieron a un billón de pesos, lo que equivale a 25% del total de la cartera vigente de créditos bancarios. Ahora que terminó el plazo de los diferimientos de pago, la Asociación de Bancos de México estima que la cartera con riesgo de mora asciende a 1.25 billones de pesos, lo que equivale a 4% del Producto Interno Bruto. Será cuestión de tiempo para que la banca comercial comience a ofrecer los programas de reestructuración.

Con estos datos sería lógico esperar elevados índices de morosidad; sin embargo, 2.1% al mes de julio refleja lo contrario y hasta pareciera ser un referente engañoso, pues el primer paquete sólo aplazó los efectos de una cartera vencida inminente. Lo cierto es que los bancos anticipan un escenario muy complejo ya que en los últimos meses han incrementado su capitalización, pasando de 15.7 a 16.9% en julio.

El temible escenario contempla la pérdida de empleos en la economía, y es que como referente, entre 2008 y 2009 se perdieron alrededor de 201.3 mil trabajadores registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social. Ahora las cifras son desproporcionadas, ya que el balance acumulado a agosto de 2020 arroja una pérdida de más de 833.1 mil empleos, en el que apenas se lleva un mes de recuperación y, de mantenerse débiles los motores del crecimiento, de acuerdo con lo que estimamos en Consultores Internacionales, S.C., tomará más de 12 meses para que el empleo recupere los niveles previos a la pandemia.

Visto desde la perspectiva de hogares y empresas, el nivel de penetración del crédito es considerablemente alto, por lo que la transferencia de riesgos entre la economía financiera y la real puede ser en un círculo vicioso con afectaciones severas. En el caso de los hogares, el pago de tarjetas de crédito, según la Encuesta Nacional de Ingreso Gasto de los Hogares de 2018, está en más de 3.6 millones de hogares (21.4% del total) y representa en promedio el 19.2% de los gastos. En las empresas, según la Encuesta Nacional de Financiamiento de las Empresas de 2018, el crédito bancario es la fuente de financiamiento más importante para las mipymes, ya que estuvo presente en 92.4% del total de empresas con financiamiento vigente en 2018.

Si bien el crédito en la economía es una condición necesaria más no suficiente para crecer, la falta de él es una limitante para el crecimiento y el desarrollo económico, razón por la que su manejo adecuado se traduce en beneficios de quien lo utilice.

Ante estas medidas, hogares y empresas deberán estar pendientes de las medidas que aplicarán sus bancos para considerar la opción de reestructurar los créditos vigentes y, en caso de contar con más de uno, consolidarlos para hacer frente a un solo pago. Aquellos que no necesiten de esta medida, será prudente evaluar contraer nuevos compromisos financieros ante un contexto en el que se advierte una débil recuperación económica e incertidumbre en los ingresos futuros.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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