El gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda, presentó los Precriterios Generales de Política Económica para 2025, que por ley deben ser entregados al inicio de abril, y contienen las previsiones sobre la evolución de la actividad económica y las finanzas públicas respecto al cierre de 2024 y especialmente para 2025. La visión sobre el comportamiento de las finanzas públicas es lograr un superávit primario y dar estabilidad a la deuda. Sin embargo, dado que están en puerta las elecciones, la política presentada podría recibir cambios significativos, ya que será el nuevo gobierno quien fije los criterios definitivos.
Tras la optimista pero acertada postura sobre el crecimiento para 2023, el cual contrastaba con analistas e instituciones, el planteamiento de un cierre para 2024 de entre 2.5% y 3.5% deja abierta la posibilidad de una mejoraría destacada, discrepando nuevamente del consenso general que ubica un cierre de entre 2.5% y 3.0% en promedio.
El marco macroeconómico para 2025 exhibe una expectativa de crecimiento de entre 2.0% y 3.0%, que nuevamente resulta optimista respecto a los analistas. Como comparación, el rango de instituciones como el Banco Mundial, OCDE, Banxico y FMI se sitúa entre 1.5% y 2.1% para el próximo año.
El proyecto estima que la inflación continúe reduciéndose, llegando a un nivel de 3.3% en 2025, optimista, pero posible; por su parte, indica que el tipo de cambio paulatinamente se acercará a niveles de equilibrio rondando 18.0 pesos por dólar al cierre de 2025, y los Cetes empezarán a bajar en valor en 2024, tendencia que será incluso más marcada en 2025. Respecto a la economía estadounidense, seguiría con un crecimiento estable de 1.8% y 2.1% para 2024 y 2025, respectivamente.
Unos de los puntos a destacar es la intención de lograr un superávit primario en 2025, cuestión que no observamos desde 2020. La presente administración ha generado un alto nivel de déficit y por ende incrementado el endeudamiento con objeto de financiar programas sociales y los proyectos bandera; pensar en pasar de un alto nivel de déficit a un superávit implica un amplio recorte al gasto (concretamente, pasar de un gasto programable de 6.62 billones de pesos en 2024 a 6.04 billones en 2025, una disminución de 12.1% en términos reales), y un esfuerzo aún mayor de recaudación, que para una nueva administración, simplemente parece complicado.
El objetivo es lograr un superávit primario de 0.9% del PIB, frente al déficit estimado de 1.4% para 2024, lo que estaría basado en el incremento de ingresos, que para 2025 sería de 7.77 billones de pesos, 0.6% mayor en términos reales a lo estimado en 2024. Los ingresos tributarios crecerían 3.0% real en 2025, frente a una esperada caída de los ingresos petroleros de 13.5% real, provocado por una reducción en los precios del petróleo.
Sin duda, el conjunto de estrategias y proyecciones presentadas reflejan un alto nivel de confianza en la resiliencia y el crecimiento sostenido de la economía mexicana, especialmente del consumo interno, el cual ha sido el sostén del crecimiento actual y de una mejoría en la demanda externa.
De materializarse la estrategia, la economía lograría una mejor posición, con menores costos de financiamiento e inflación, junto a un crecimiento más moderado, pero aún notable, que, acompañado de mayores ingresos presupuestales y recortes al gasto, podría permitir a la economía reducir deuda. El panorama económico que se bosqueja es saludable, aunque no necesariamente factible; faltaría ver con qué criterios llegarán el nuevo gobierno y el Congreso, a quienes les corresponde definir el Paquete Económico para 2025.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.