El 2025 se ha caracterizado por una elevada incertidumbre a nivel global. Desde los primeros meses, la errática política comercial de Estados Unidos generó tensiones internacionales, situación que se agravó con el reciente conflicto bélico entre Irán e Israel. Estos acontecimientos han tenido un impacto directo en los mercados financieros, especialmente en el comportamiento de las divisas. El caso más representativo es el del dólar estadounidense, que se ha debilitado a lo largo del año.

El índice dólar (DXY), que mide el valor de la divisa estadounidense frente a una cesta de seis monedas (euro, yen japonés, libra esterlina, dólar canadiense, corona sueca y franco suizo), ha caído 10.35% en lo que va del año, lo que se traduce en una disminución de su paridad frente a dichas divisas. Si bien a mediados del mes pasado la moneda tuvo una leve recuperación, impulsada por la resolución del conflicto entre Israel e Irán, esta fue temporal. Esta situación responde a una combinación de factores, entre los que destacan políticas comerciales inconsistentes, tensiones geopolíticas y conflictos internos en Estados Unidos, además de que en algunos países ha comenzado un proceso de desdolarización. Lo anterior es relevante, dado que el dólar es la principal moneda de reserva mundial.

En enero de este año, el gobierno de Estados Unidos anunció su nueva política comercial, que incluía la imposición de aranceles a diversos países con el fin de reducir el déficit comercial y aumentar la recaudación fiscal. Este anuncio generó compras de pánico y un aumento en los niveles de importación, lo que resultó en una contracción del PIB de 0.3% en el primer trimestre del año, acompañada de un déficit comercial de 465 mil millones de dólares en el mismo período (según datos del Departamento de Comercio), lo que representa un aumento de 168% respecto a 2024.

Además de estos factores externos, también existen tensiones internas en Estados Unidos que han afectado la estabilidad del dólar. Una de las más relevantes es el desacuerdo entre la actual administración y la Reserva Federal (Fed): la primera busca aplicar una política fiscal expansiva que incluye la reducción de tasas de interés; sin embargo, la Fed ha optado por mantenerlas en un rango de entre 4.25% y 4.50% desde diciembre de 2024, lo que ha generado fricciones e incrementado la percepción de incertidumbre entre los inversionistas. Como resultado de estas situaciones, se ha producido una fuga de capitales hacia mercados considerados más seguros.

A lo anterior se suma la aprobación y promulgación de la llamada Ley One Big Beautiful Bill Act (OBBBA), un paquete de reformas que contempla recortes de impuestos a las familias, disminución del gasto social y un aumento del presupuesto destinado a defensa y seguridad nacional, especialmente para acciones antiinmigrantes. En términos económicos, estas reformas implican una menor recaudación y un mayor déficit fiscal, lo que refuerza la percepción de debilidad en la economía estadounidense y, por ende, en su moneda.

Desde los acuerdos de Bretton Woods en 1944, el dólar estadounidense se consolidó como la principal moneda de reserva a nivel internacional; no obstante, en los últimos años ha comenzado un proceso de desdolarización en diversos países, como estrategia para reducir la dependencia del dólar y, en particular, la influencia de Estados Unidos. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en la década de los 2000 alrededor de 70% de las reservas internacionales estaban denominadas en dólares; sin embargo, esta proporción ha disminuido hasta 59% en la actualidad.

En paralelo, economías como China y Rusia ya realizan más de 80% de su comercio bilateral utilizando sus propias monedas —el yuan y el rublo, respectivamente—. Si bien este proceso de desdolarización apenas comienza, en la coyuntura actual contribuye a la creciente pérdida de confianza internacional en el dólar como moneda dominante.

Sin duda, 2025 no ha sido un año favorable para el dólar, y la expectativa es que esta tendencia a la baja continúe si no se toman las medidas necesarias. No pasará mucho tiempo antes de que quede claro que la actual política comercial, en lugar de aliviar los problemas, está agravando la situación, por lo que una reorientación de dicha política será inevitable.

Es importante tener en cuenta que la reciente apreciación del peso frente al dólar es más un reflejo de la debilidad del dólar que de la fortaleza de nuestra economía, lo cual representa un riesgo significativo de cara al futuro próximo.

Presidente de Consultores Internacionales, S.C.

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