En México, dada la cercanía geográfica y comercial con Estados Unidos y Canadá, así como el desarrollo de cadenas de producción y proveeduría que ha significado una verdadera integración como bloque económico, la relocalización de inversiones (nearshoring) que empezó a tomar fuerza en la postpandemia se asumió como una oportunidad histórica para recibir más inversión extranjera. Sin embargo, no ha mostrado los resultados esperados, en gran parte porque no se han implementado acciones y estrategias que concreten tales flujos; más bien, parece que nos hemos esforzado en alejarlos.
Entre los temas en los que nuestro país ha destacado a nivel mundial está su potencial como receptor de inversión extranjera directa, especialmente desde la entrada en vigor del TLCAN, ahora T-MEC. Según el Informe Mundial de Inversión 2024 de la UNCTAD, México ocupa el noveno lugar entre los principales receptores y el tercero entre los emergentes, detrás de China y Brasil. Cifras recientemente publicadas por la Secretaría de Economía y el Banco de México indican que en 2024 México registró un total de 36 mil 872 millones de dólares en inversiones. Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, y mucho menos es nearshoring.
El fenómeno de la relocalización de inversiones, en sentido estricto, implica el traslado de operaciones productivas desde posiciones alejadas del mercado consumidor a lugares más cercanos, buscando reducir costos logísticos que se incrementaron por la pandemia y los conflictos geopolíticos. Una condición sustantiva en este contexto es que las operaciones se reubiquen por completo, es decir, que una planta en China cierre y abra en México. De no darse así, se puede considerar como una ampliación o una reinversión; la diferencia no es sutil, pero sí difícil de identificar, por lo que muchos han caído en la trampa de considerar casi cualquier anuncio de inversión como nearshoring.
Con el auge del nearshoring, los proyectistas del gobierno y privados estimaron que México tenía potencial para atraer flujos de IED que podrían significar montos de hasta 40 mil millones de dólares anuales. De hecho, desde 2023, la Secretaría de Economía y otros organismos han llevado un registro de anuncios de inversiones, que se concretarían en un período de entre dos a tres años; ciertamente, varios de ellos son por nearshoring, pero no todos: de entrada, habría que descontar los que no van al sector manufacturero.
Según este registro, entre enero de 2023 y septiembre de 2024 se han dado a conocer 587 anuncios cuyos montos acumulan 175 mil 449 millones de dólares. Cabe destacar que el número de anuncios y los montos han decrecido en 2024 respecto de 2023, y todo parece indicar que muchos anuncios no se concretarán en el plazo esperado, si es que lo harán. La razón es el marcado cambio en el ambiente de negocios a partir de las elecciones en México y Estados Unidos.
Según los reportes, en 2023 entraron al país en forma de inversiones nuevas un total de 5,217 millones de dólares; empero, según el cierre preliminar de 2024, estos flujos se redujeron 39.3% a un monto de 3 mil 169 millones de dólares. Este valor representa 8.6% del total de inversión extranjera en 2024, mientras que la reinversión de utilidades representa 77.9%. Este último componente, si bien refleja confianza en cierto grado para seguir manteniendo las operaciones en México, no se puede considerar como nearshoring.
Al interior del país, sin duda, las condiciones de la infraestructura logística, energética, de recursos hidráulicos, la insuficiente mano de obra calificada, y la falta de espacio industrial han hecho que no se puedan localizar en zonas nuevas más allá de las tradicionales ubicadas en el norte del país. Ahora también hay que agregar el deterioro del estado de derecho con la reforma judicial, el aumento en la percepción de corrupción y, por supuesto, la inseguridad pública. En el exterior, el factor Trump y sus amenazas de proteccionismo comercial vía aranceles a México, las políticas antiinmigrantes y los estímulos fiscales y a las inversiones que se han anunciado, en ciertos casos, también inclinan la balanza a esperar mejores condiciones.
La Inversión Extranjera Directa es un factor importante en el desarrollo económico del país; múltiples sectores manufactureros están ligados a estos flujos, especialmente los dedicados a la exportación. Las condiciones de crecimiento económico se están viendo limitadas, y la inversión productiva puede apoyar en revertir las expectativas que se han formado. Si México no retoma niveles de crecimiento cercanos a su potencial, el deterioro y las dificultades podrían ser una realidad inevitable en los próximos años.
Presidente de Consultores Internacionales, S.C.