El comienzo de un nuevo año nos permite reflexionar sobre los eventos, situaciones y lecciones vividas durante el año anterior, especialmente en uno tan vertiginoso como lo ha sido 2024. Asimismo, es una oportunidad para practicar el arte de la prospectiva, es decir, proyectar escenarios futuros, particularmente en materia política y económica. En este contexto, en México, la combinación de factores internos y su interacción con un contexto global complejo, así como con una relación bilateral con nuestro socio comercial que sin duda será conflictiva, han sido decisivos en la construcción de las perspectivas económicas para 2025.

En el contexto global, el consenso apunta a que el PIB mundial se ubicará alrededor de 2.6% en 2024 y en torno a 2.7% en 2025; un desempeño que no admite otro calificativo que mediocre. La noticia positiva radica en la inflación global, que se espera siga disminuyendo con una tasa proyectada de 4.3% para 2025. Varios países ya han iniciado un ciclo de relajamiento de la política monetaria buscando estimular el crecimiento económico; el Banco de México ha destacado en esta materia con cinco reducciones de su tasa objetivo durante el año, pasando de 11.25% a 10.00%.

En el ámbito de la geopolítica, los conflictos en Europa del Este y Oriente Medio continuarán generando incertidumbre. La latente amenaza de una escalada en las posturas beligerantes de las naciones en conflicto y sus potenciales repercusiones en los mercados de insumos, materias primas y energéticos contribuirán a mantener la estabilidad política global frágil e incluso podrían exacerbarse al añadir el factor Donald Trump en la ecuación.

Paradójicamente, la “reelección” de Donald Trump como presidente de Estados Unidos generó reacciones disímiles en los diferentes mercados, especialmente regionales. Por un lado, los mercados financieros reaccionaron positivamente ante la expectativa de que las políticas de Trump favorezcan a las grandes corporaciones mediante incentivos para trasladar sus inversiones al territorio norteamericano. Por otro lado, economías competidoras y proveedoras muestran una reacción negativa ante la posible imposición de aranceles y otras restricciones a la inversión; China y México son ejemplos indudables.

El resurgimiento del proteccionismo y el incremento de las tensiones comerciales perturbarán las cadenas de suministro, elevando los precios mundiales de los commodities, lo que amenaza directamente el crecimiento económico.

En cuanto a nuestro país, la situación es tanto o más compleja. Los escenarios internos y externos son poco optimistas. En el primer caso, la continuidad en la política económica del régimen gobernante —que hemos denominado “populismo de Estado”— ha desequilibrado las condiciones propicias para incentivar la inversión y el consumo. La inversión pública carece de orientación productiva y el gasto social con tintes políticos ha mermado las finanzas públicas. Nuestra perspectiva de crecimiento para 2025 se ubica en torno de 1.5%.

Desde el exterior, la situación no es más halagüeña, especialmente con la previsible y francamente hostil postura que mantendrá el nuevo gobierno de Estados Unidos respecto a nuestra relación bilateral. Una guerra de aranceles no favorecerá a ninguno de los dos países; sin embargo, el impacto negativo sobre la economía mexicana será mayor debido al grado de dependencia no solo del comercio sino también de las inversiones.

Otro conflicto económico potencial será la política migratoria que irá más allá del cierre de fronteras. La anunciada expulsión masiva de migrantes indocumentados puede de alguna manera afectar el flujo de remesas a nuestro país; perder esa fuente de ingreso sería de gran impacto.

Contar con perspectivas sobre el comportamiento de las variables económicas es fundamental para gobiernos, empresas y ciudadanía; esto permite planificar políticas públicas, estrategias empresariales y decisiones individuales. Los escenarios pueden no ser los más favorables; no obstante, la acción conjunta y bien dirigida tiene el potencial de cambiar el futuro. Son tiempos difíciles e inciertos, pero el optimismo y el trabajo deben ser la constante.

*Presidente de Consultores Internacionales, S.C

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