El tema recuerda al clásico debate de las ciencias sociales durante los años 60-80 respecto de la relaciones entre autoritarismo/democracia y la modernización económica. Mientras algunos cientificos pensaban que, para decirlo con Albert Hirshman, “todas las cosas buenas vienen juntas”, es decir la modernización traería desarrollo y también democracia; otros científicos sociales mostraban que el nivel de desarrollo económico y de modernización industrial, podía ser compatible con gobiernos autoritarios. ¿Una situación de riesgo como la actual pandemia se controla mejor desde un orden autoritario o por el contrario, desde un orden democrático?

Desde el incio de la emergencia sanitaria han circulado escritos que mencionan que el éxito chino en el combate a la pandemia obedece a las mayores posibilidades de control que un orden autoritario tiene, respecto de uno democrático. La cuestión no es menor, porque implica “promesas” a futuro de los regímenes políticos sobre la seguridad, individual y colectiva, por cierto, uno de los bienes mas preciados por los seres humanos. Según la propaganda pro-autoritaria, las democracias tendrían menos eficacia por cuanto el respeto a las libertades y garantías individuales, es una “limitación” que países como China no tienen. ¿Es verdad que los regímes autoritarios son más eficaces?

Aún es demasiado pronto para hacer un balance serio sobre estas cuestiones. Sólo podemos mostrar un debate en curso, afinar preguntas y formular alguna hipótesis. Un reciente estudio realizado por Carl Benedikt Frey, Cinchih Chen y Giorgio Presidente en 111 países, en el período febrero- fines de abril, muestra que la mobilidad media disminuyó en un 14 %, mientras que las medidas restrictivas aumentaron un 34%. Sin embargo, las diferencias se distribuyen con cierta homogeneidad en dos bloques: los países democráticos por un lado y los autoritarios, por otro. Un primer resultado es que a igualdad de prohibiciones de circulación en ambos tipos de regímenes políticos, la gente se moviliza menos en los países democráticos. Es decir, los ciudadanos se autoregulan de mejor modo en los paises democráticos. Esto obedecería a una mayor confianza de los ciudadanos, en la información y en las indicaciones que dan sus gobernantes. Por el contrario, en los países autoritarios se requiere un 17% más de medidas restrictivas para lograr el mismo control sobre la circulación y los movimientos de la población. El segundo resultado atañe a la conjunción entre tipo de cultura y régimen político: aquellos paises democráticos con culturas menos individualistas (Corea del Sur y Taiwan por ejemplo) tienen una mayor eficacia que aquellos países con mayor individualismo.

Una vez dividido el mundo político entre democracias y autoritarismos tout court, resta investigar por una parte, qué tipos de democracias están mejor preparadas para emergencias que requieran de una acción colectiva unificada, y por otra, qué dimensiones de la calidad democrática resultan más útiles para ese fin. Se puede hipotetizar que presidentes con estilo autocrático, reacios a los controles a su gestión, generan mayores confrontaciones internas, menor coordinación en la gestión de la emergencia, y ocasionan costos más altos en salud y en economía. Ejemplos sobresalientes se encuentran tanto en el pais más poderoso del norte como en el del sur de América.

Nadie sabe qué ocurrirá en el futuro. Las crisis son momentos de quiebre, de cambios drásticos, y pueden implicar deterioro social y político. Así ocurrió en la crisis del 2008, que afectó a las democracias, aumentó el descontento ciudadano y reforzó a partidos y líderes populistas excluyentes. Nos acercamos a una nueva etapa, por cierto más compleja. Para los gobiernos democráticos es mas dificil salir, que entrar en el confinamiento. La nueva realidad requerirá de nuevas miradas y también que los dirigentes empleen gran parte de sus energías en resanar y construir esa piedra preciosa de la representación política: la confianza de los ciudadanos.

Politólogo

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