Es muy deprimente el panorama policial en México.
Lo ha sido desde hace décadas y lo sigue siendo ahora.
Salvo algunas excepciones efímeras en dos o tres municipios y estados, el PRI no hizo gran cosa para construir cuerpos policiales eficientes en siete décadas (hasta el año 2000). Tampoco en el sexenio de Enrique Peña Nieto. El priismo se hartó de robar arcas y enriquecer políticos, pero de capacitar y dignificar policías, nada.
El PAN tampoco lo consiguió, más allá de las bravatas de Felipe Calderón y de la lamentable degradación de la Policía Federal, que era un cuerpo que empezaba a ser útil, sobre todo en las carreteras que hoy yacen abandonadas.
Morena no tiene ningún logro relevante hasta ahora, a no ser por la policía de Ciudad de México, cuyo éxito relativo también fue mérito del extinto PRD, pero inclusive con su gran despliegue, la policía capitalina es tremendamente falible, al grado de que en su cara asesinan a quien sea y extorsionan a medio mundo, como recientemente vimos en el Centro Histórico, donde reina el sicariato local e impera el cobro de piso.
El retrato más brutal de la vulnerabilidad las policías mexicanas lo podemos encontrar en los datos duros. Y el más duro de esos datos es el de sus muertos, el de sus ejecutados: en promedio un policía cae asesinado cada día en este país. Transcurren los años, pasan los gobiernos, y eso no cambia. Un policía muerto cada día. Un policía que no sólo no podía cuidar a sus semejantes, sino que personalmente estaba desvalido ante el descomunal poder del crimen organizado.
Revisemos los datos de los últimos siete años:
- En 2018, último año del gobierno de Peña Nieto, ese presidente que lideraba un bonito grupo de gobernadores muy honestos y probos, asesinaron a 452 policías, al menos uno al día, en promedio (1.23), de acuerdo con las cifras recopiladas por Causa en Común, organización de la sociedad civil presidida por María Elena Morera, colega en estas páginas.
-En 2019, primer año de Andrés Manuel López Obrador y demás gobernantes morenistas, lo mismo: asesinaron a 446 policías (apenas seis menos que el año previo), un promedio de 1.22 por día.
-Para 2020 las cosas empeoraron. Con la renuncia del Estado a través de la ocurrencia filosofal de abrazos, no balazos, los delincuentes se volvieron más altaneros y los policías quedaron más vulnerables: hubo 524 casos de policías asesinados (1.44 por día), 78 más que el año anterior, un incremento de 17.5 %.
-Durante 2021 mejoraron las cosas (123 ejecuciones menos en el año, un descenso de 23.5 %), aunque la cifra de 401 policías asesinados seguía siendo terrible, porque la sangría continuaba representando un caído por día, en promedio (1.08).
-En 2022 prácticamente no hubo variación, sólo se registró un leve empeoramiento: 403 policías fueron asesinados.
-El año pasado volvieron a crecer los asesinatos, con 412 casos, y el promedio aumento hasta1.13 por día.
-Finalmente, en 2024, hasta este viernes 15 de noviembre, se contabilizan 269 policías asesinados. Dependiendo lo que ocurra en el resto del mes, y en diciembre, quizá por primera vez en muchos años la cifra esté muy por debajo de los 400 casos anuales, pero el promedio seguirá siendo el mismo: un policía ejecutado cada día.
Las entidades más letales para los policías, desde 2018, son Guanajuato, Zacatecas, Guerrero, Estado de México, Michoacán, Jalisco, Veracruz, Chihuahua y Puebla, es decir, con gobernantes de todos los partidos: Morena, PAN, PRI y Movimiento Ciudadano.
El dinero y las balas
¿Sabe usted, lectora-lector, cuánto gana mensualmente -en promedio- un policía mexicano? Cuatro de cada diez policías (46 %), entre $10 mil y $15 mil pesos; tres de cada diez (36%), menos de $10 mil pesos; digamos que dos de cada diez (18 %), más de $15 mil pesos, según un estudio, también de Causa en común. Dejémoslo en $15 mil pesos al mes por arriesgar la vida cotidianamente y sobrevivir semanalmente con unos $3,500. Una vergüenza. Una humillación absoluta.
Ante eso, está la dignidad de los policías, el sueño: 53 % entre las y los policías decidieron escoger ese camino “por vocación”. Quieren servir, quieren proteger, quieren ayudar, pero su patria les paga casi con limosnas, para el tremendo esfuerzo que hacen y el enorme riesgo que corren cada vez que salen de su casa.
Y vea usted la humillación: uno de cada cuatro (25 %) tiene que pagar por los cartuchos, por el parque, por las balas. La mitad (51 %) por el calzado, por las botas. Cuatro de cada diez por las fornituras y el uniforme. Uno de cada cuatro paga la reparación de las patrullas. Y el 12 % tiene que pagar una cuota para tener patrulla, para que no lo cambien de adscripción, o para tener un ascenso. Siete de cada diez nunca ha recibido un ascenso, por cierto.
¿Sabe usted cuándo practican tiro? Dos de cada diez, nunca. Otros dos de cada diez, cada dos años. El 13 %, una vez cada tres años. Cuatro de cada diez, al menos una vez al año. Compare eso con el mundo del sicariato que tiene las armas que quiere, las balas que quiere, los entrenamientos que quiere y el pago de al menos el doble de un policía, pero por un solo trabajo, una ejecución.
Y claro, la mitad siente que la sociedad los discrimina.
Si nuestro super cop Omar García Harfuch, más allá de vistosos operativos, decomisos y capturas, termina con esta precariedad a través de una excelente capacitación, de dotar a los elementos con equipamientos de élite, con una soberbia seguridad social, con vivienda digna y excelentes salarios para los policías (ingresos mínimo de diputados para los de carrera policial, diría yo), quizá México empiece a tener cuerpos de seguridad que protejan cabalmente a la ciudadanía e inhiban con eficacia a los delincuentes.
De otra manera, en 2030 seguiremos contando un pobre policía muerto cada día. O muchos policías vivos, pero humillados, empobrecidos, o corruptos.
Veremos…
Twitter: @jpbecerraacosta