En recuerdo amoroso de Freya, la menor de mis tres hermanas, que recién falleció.

Cada vez que lo consideré pertinente, pregunté:

-¿No sabía Vicente Fox que su director de la Agencia Federal de Investigación (AFI) entre 2001 y 2006, Genero García Luna, tenía vínculos con el crimen organizado?

Años después, cuestioné en mis textos:

-¿No sabía Felipe Calderón que su secretario de Seguridad Pública entre 2006 y 2012, Genaro García Luna, tenía nexos con el crimen organizado?

Lo escribí varias veces: si esos dos ex presidentes no supieron nada, qué mal. Muy mal. Vaya deficiencias de investigación en sus gabinetes civiles y militares y vaya controles de confianza tan inservibles tenían, si acaso contaban con ellos.

Una absoluta vergüenza.

También lo expuse reiteradamente: si los dos ex presidentes sí supieron que García Luna tenía semejantes compromisos delincuenciales y lo ocultaron porque consideraban que el señor era “muy eficiente”, entonces todos estos años han sido cómplices de las imputaciones que se le han hecho al super cop y deben ser investigados para que, en su caso, sean llevados ante la justicia por asociación delictuosa o negligencia.

Es simple: eran muy ineptos o fueron muy corruptos Fox y Calderón.

Y al final, también he preguntado:

-¿No se enteraron de nada entre 2012 y 2018 Enrique Peña Nieto ni los miembros de su gabinete de seguridad? ¿No investigaron a sus antecesores? Si no supieron nada, qué incompetencia, y si tuvieron conocimiento y encubrieron por “razones políticas”, peor.

Luego tuvimos otros caso aberrante, también en tiempos de Peña Nieto: el de Edgar El Diablo Veytia, fiscal de Nayarit entre 2013 y 2017, detenido por narcotráfico en Estados Unidos… ¡cuando todavía estaba en funciones! ¿No se enteró de nada el entonces gobernador priista Roberto Sandoval? ¿Nada? Mal. ¿Sí sabía? Imperdonable.

¿Y el gobierno de Peña Nieto? ¿Nada? ¿En cuantas reuniones de seguridad con civiles y militares estuvo Diablo Veytia a lo largo de cinco años? ¿Cuántos documentos confidenciales le compartieron, cuyo conocimiento benefició a sus socios criminales? El hombre no sólo fue imputado sino juzgado y sentenciado… pero en Estados Unidos, lo mismo que García Luna.

Acá, nada.

Ahora voy a otro sexenio, lectora-lector, el de Andrés Manuel López Obrador y sus compañeros de ruta, y les doy exactamente el mismo trato que los periodistas antichayos les prodigamos a los funcionarios de los sexenios del PRI y el PAN: sin miramientos. Entre 2019 y 2024, cuando Hernán Bermúdez Requena fue secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de Tabasco, ¿Adán Augusto López Hernández no supo de los presuntos vínculos de ese señor con el crimen organizado? Vaya, ¿no se enteró nunca que su Secretario se Seguridad presuntamente era el líder de un grupo delincuencial llamado La Barredora?

No supo nada en su tiempo de gobernador de Tabasco -entre 2021 y 2023- cuando él mismo lo nombró? ¿No se percató que nombraba a un presunto criminal al frente de las tareas de seguridad?

¿Tampoco se enteró de algo cuando se desempeñó como Secretario de Gobernación de López Obrador entre 2021 y 2023 y el sujeto seguía en el gobierno tabasqueño al lado del gobernador interino Carlos Manuel Merino Campos?

¿Nada? ¿En serio no supo nada de nada? Pues lo mismo, él y el ex presidente López Obrador y su gabinete de seguridad, si se demuestra que el hoy prófugo Bermúdez Requena era un delincuente, fueron iguales a Fox, Calderón y Peña Nieto y sus colaboradores: unos absolutos ineptos… o unos corruptazos.

Perdón, pero no hay más.

Si se comprueba que Bermúdez Requena era un cínico criminal y que el hoy senador López Hernández lo tuvo como su Diablo Veytia particular, es decir, que lo encubrió o fue negligente, la Presidenta de la República, la FGR y la 4T entera tendrán ante sí la coyuntura perfecta para, sin linchamientos pero con mano firme (no es lo mismo que mano dura), demostrar que tienen principios y que no son iguales a sus corruptos e ineptos antecesores.

Tengan claro, damas y caballeros de Morena: este caso se va documentar profusamente…

*****

Ahora, si usted me lo permite y me quiere acompañar, lectora-lector, tengo que escribir unas líneas sobre un asunto muy personal pero que también tiene que ver con el periodismo en México y los valores que este país necesita entre las nuevas generaciones…

Mi hermana Freya falleció hace unas horas, apenas el jueves. Me llevaba casi tres años. Era la menor entre mi tercia de hermanas y la más cercana en edad a mí. Por eso de chiquitos jugábamos mucho con mis amigos, ella decía que éramos “manitos”, y por supuesto, también peleábamos de lo lindo.

Una vez, cuando yo era un muy joven reportero del entrañable diario unomásuno al inicio de los años 80 (recién acababa de pasar de Deportes a Información General), nos fuimos a cenar los dos a un restaurante en Paseo de la Reforma y en la sobremesa, luego de un buen vino tinto, dos que tres tragos previos y un digestivo que nos bebimos, súbitamente cesó sus risas y bromas y se puso seria.

-Juan Pablo, tú tienes que ser Eliot Ness.

La miré unos instantes y me carcajeé.

-Es en serio, Juan Pablo, tú siempre tienes que ser Eliot Ness… -insistió rápidamente, mientras yo seguía riendo.

Conocía perfectamente al incorruptible personaje policial estadounidense que a principios de los años 30 combatía la mafia de Al Capone y que había sido inmortalizado en aquella serie de televisión llamada Los intocables. Como ella no esbozaba ni una sonrisa, dejé de reír, me callé, y la observé. La escudriñé a ver si percibía algún rastro de vacilada en sus ojos. Nada. No dijo más, solo asintió en silencio durante largos segundos y le dio un sorbo a su trago.

-¿De qué hablas? ¿Quieres que me vuelva policía? -le pregunté sonriendo. Freya sabía de mi afición por lo detectivesco desde chavito, de mi gusto enorme por Sherlock Holmes, cuyas aventuras leía yo junto a un querido amiguito de la adolescencia y el futbol, José Pamplona.

-Tienes que ser Eliot Ness, Juan Pablo. Para honrar a mi abuelo Manuel y a mi padre, más allá de si llegas a ser o no un periodista brillante, tienes que ser incorruptible, Juan Pablo. Un intocable.

La miré, bebí un poco y reflexioné rápidamente sobre lo que ella acababa de decir, lo que implicaba ser nieto de aquel Manuel Becerra Acosta que fue cofundador y murió siendo director general de Excelsior, y lo que representaba ser hijo del Manuel Becerra Acosta que era el mejor periodista mexicano de la segunda mitad del siglo veinte, que había sido subdirector del mismo periódico, y que había concebido y dirigía aquel parteaguas del periodismo mexicano que era el periódico unomasuno.

Inhalé, exhalé, y asentí.

-Ok. Así lo haré. Salud.

-No, Juan Pablo, es en serio, me lo tienes que prometer, te lo tienes que prometer… -rechazó mi brindis.

La observé fijamente. Finalmente entendí la gravedad de lo que decía.

-Te lo juro, Freya, te lo juro.

Brindamos, peroramos solemnemente sobre el asunto, y más tarde ya nos fuimos carcajeándonos de nuevo.

Cumplí mi palabra el resto de tu vida, toda mi existencia periodística que ya lleva 42 años, y la voy a honrar hasta que me muera, querida Freya. Gracias, hermanita, por aquella noche inolvidable, que le dio sentido cabal y profundo a mi vida periodística, una misión irrenunciable hasta que yo también trascienda esta vida y las alcance donde quieran que estén tú y mi mamá. Descansen en paz juntas.

jp.becerra.acosta.m@gmail.com

Twitter: @jpbecerraacosta

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Comentarios