Lo vuelvo a preguntar, de otra manera: ¿cuántos homicidios en el país le parecen aceptables a la virtual Presidenta electa?

Obviamente ninguno le parece aceptable, pero pretender vivir con cero homicidios es imposible para cualquier país.

Entonces, ¿cuál es su meta?

¿Qué tanto deben descender los homicidios en México durante su mandato?

¿Qué número mágico tienen en la mente Claudia Sheinbaum y su futuro Secretario de Seguridad, Omar García Harfuch?

¿Qué tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes les gustaría ver en 2030, cuando dejen el poder?

He escrito una y otra vez que los homicidios son delitos del fuero común que deberían ocupar a las gobernadoras y gobernadores, pero como los periodistas de Ciudad de México llevamos décadas malacostumbrándolos porque no les reclamamos a ellas y ellos intensamente, como deberíamos hacerlo, ni tampoco a las secretarías de seguridad locales ni a las fiscalías estatales, sino que les cobramos todos los muertos a los presidentes, entonces vuelvo a plantear la pregunta: ¿cuántos homicidios al año y al día son razonables en una democracia funcional?

Y lo pregunto porque el INEGI dio a conocer antier las cifras preliminares de homicidios ocurridos en el país durante 2023 (los datos finales los tendremos hasta octubre, como sucede cada año), y aunque la tendencia claramente tiene una línea a la baja, me parece muy insuficiente lo conseguido.

Veamos:

En 2023 se registraron 31 mil 062 homicidios. Eso representa un promedio de 85 homicidios por día (85.10). En 2018, al final del priismo, se contabilizaron 36 mil 685, lo que daba un promedio diario de… ¡100 homicidios (100.50)!

Cien. Era una locura.

Negar que el descenso de 100 a 85 homicidios promedio por día es una buena disminución a nivel nacional para un sexenio como este, con tantos grupos delincuenciales envalentonados en varios estados de la república, y también en cientos de municipios que viven aterrorizados (pregúntenle a los chiapanecos), es una absoluta falta de honestidad intelectual, pero claramente es un resultado insuficiente. Inadmisible todavía. No hay manera de abrazarse de gusto por tal noticia.

Entonces, vuelvo a preguntar: ¿a qué dato se compromete la virtual Presidenta electa? ¿Cuál es su meta concreta, sin vaguedades? ¿A qué aspiran ella y García Harfuch cuando se sientan a hablar del tema? ¿O no tienen un objetivo claro sino una vaga disminución en mente? Unas cifras rotundas en cuanto al número total de homicidios, al promedio diario, y a la tasa por cada 100 mil habitantes harían bien para medirlos con precisión, no sólo a ellos sino a las gobernadoras y a los gobernadores que los acompañarán durante los próximos años.

Para evocar a su líder, a su mentor, ¿cuál es la Dinamarca de Sheinbaum en cuanto a seguridad? ¿A qué país se quiere parecer? ¿A Japón que tiene una población similar a la nuestra (125 millones)? Está difícil: el país asiático tenía en 2022 una tasa 0.23 homicidios por cada 100 mil habitantes, contra los 26.11 de México (la tasa definitiva fue de 25.9, según el INEGI). ¿A nuestro vecino con el que compartimos las violencias del crimen organizado? Complicado: Estados Unidos tiene una tasa de 6.38. O quizá se proponen llegar a los niveles de Brasil, que tenía ese mismo año una tasa de 20.61 por cada 100 mil habitantes. En 2023, según informa el INEGI, la tasa en México a nivel nacional fue de 24 homicidios por cada 100 mil habitantes. Tendencia a la baja, correcto, pero, ¿hasta dónde quiere llegar la dupla Sheinbaum-García Harfuch?

Ahora bien, para ser brutalmente sincero, a mí desde hace tiempo me tiene sin mucho cuidado el número total de homicidios porque los grupos delincuenciales mexicanos jamás se van a dejar de matar. Perdón, pero es la verdad. No hay forma que se dejen de atacar. Su codicia es incontenible y no saben negociar entre ellos. Incluso cuando tienen pactos, en cualquier momento un capo local enloquece de su machismo y desata una guerra atroz en la región. Pasó en Acapulco y el puerto nunca se recuperó, en Michoacán y se jodió para siempre, en varios momentos de Cancún y la Riviera Maya, y van a terminar por joder esa mina de oro del turismo mexicano.

Lo que sí me preocupa es la extorsión que cada vez afecta a más y más ciudadanos, a tantos miles y miles de inocentes, a decenas de miles de emprendedores que en todo el país pagan el infame impuesto criminal, ése que impunemente establecen las bandas de huevones locales que cada semana se tiran en sus hamacas o sillones y luego pasan a robar parte de los ingresos hasta del más humilde vendedor de gelatinas (playas de Acapulco).

Una infamia que cada vez desangra más las economías locales y que aceleradamente está cobrando vidas de quienes denuncian.

Si Sheinbaum y García Harfuch emprenden una verdadera cruzada que contenga y reduzca este terrible delito que tanto humilla y agravia, y obligan a gobernadoras y gobernadores a hacer lo propio, se llevarán las palmas y agradecimiento de amplísimos sectores de la sociedad mexicana.

Si no lo hacen, todas las entidades acabarán siendo el Tamaulipas de agosto del 2024, y todas las ciudades, el Nuevo Laredo de estos días.

AL FONDO

El principal medio que se utilizó para provocar los homicidios en 2023 fue el disparo de armas de fuego, con 70 por ciento, informa el INEGI.

Más claro: siete de cada diez asesinatos se perpetraron a balazos en este México del sicariato.

Por si alguien tenía dudas de la sociedad armada en la que caminamos.

BAJO FONDO

¿Alguna vez regresaremos a los menos de diez mil homicidios al año que teníamos antes de la guerra que desató Felipe Calderón en 2007, cuando decidió jugar al soldadito y nos llevó hasta los más de 27 mil asesinatos anuales?

Sigo sin entender con qué cara habla ese señor sobre temas de seguridad.

Twitter: @jpbecerraacosta

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