El 21 de abril de 2025, nos sorprendió la muerte del Papa Francisco, quien fue conocido por su sensibilidad social y ecológica. Marcó un hito al abordar la crisis del agua como un problema ético y espiritual, ligado a la dignidad humana y al cuidado de la “casa común”. En 2019, con motivo del Día Mundial del Agua, afirmó: “El agua es un bien imprescindible para los ecosistemas y la supervivencia humana; debe gestionarse para no contaminarse ni perderse”. Inspirado en San Francisco de Asís, la describió como “útil, humilde, preciosa y casta”, urgiendo políticas públicas para mejorar su gestión y erradicar su escasez.

El Papa Francisco criticó la mercantilización del agua, exhortando a no tratarla como mera mercadería. Su encíclica Laudato Si (2015) integró la crisis hídrica en una visión ecológica amplia, vinculándola con la justicia social y la protección de los pobres, quienes sufren más por la escasez y contaminación. Este mensaje inspiró iniciativas como el Movimiento Laudato Si, que combate el cambio climático y la degradación ambiental.

El pasado 8 de mayo, luego de un breve cónclave, el Cardenal Robert Prevost fue electo como la nueva cabeza de la iglesia católica. Tomando el nombre de León XIV, el sucesor de Francisco, refuerza esta causa con un enfoque práctico. Antes de su pontificado destacó la responsabilidad ecológica como deber espiritual y social. En 2024, afirmó: “El dominio humano sobre la naturaleza debe ser recíproco, no tiránico”. Ha elogiado medidas vaticanas, como paneles solares y vehículos eléctricos, pero insiste en pasar “de las palabras a la acción” contra el cambio climático, clave en la escasez hídrica. Con experiencia, León XIV aporta sensibilidad hacia América Latina, donde la crisis del agua es urgente y donde se ha caracterizado por una mala gestión del agua en lo general

En México, la crisis hídrica refleja las inquietudes de ambos pontífices. Según la Universidad Autónoma de México, el 43% de los habitantes de la Ciudad de México carece de acceso regular a agua potable, y no hay seguridad de la Calidad de agua que llega a nuestros hogares. Factores como fugas (donde se pierde hasta el 50% del agua), la sequía, sobreexplotación de acuíferos y la contaminación agravan el problema. En zonas rurales e indígenas, la situación es crítica donde sólo 1 de cada 3 personas tiene acceso a agua, pero no de forma continua. Esta realidad encarna la “injusticia” denunciada por Francisco y la urgencia de acción promovida por León XIV.

Sin embargo, la respuesta en México es insuficiente. Pese a iniciativas gubernamentales, la falta de recursos, la corrupción, el poco mantenimiento y poca preocupación por la gestión del agua, obstaculizan una gestión sostenible. La visión de Francisco, centrada en el bien común, choca con estas dinámicas donde el desperdicio y pérdidas de agua en la agricultura es una constante, la calidad del agua que se toma depende de los recursos invertidos por cada familia en sistemas de purificación o simplemente buscar un agua segura porque la de nuestra casa carece de ella. León XIV, con su énfasis en la acción, desafía a México a transformar la gestión del agua en un acto de solidaridad, pasar del discurso a la acción es fundamental, y de acuerdo a la doctrina de la iglesia.

En conclusión, Francisco y León XIV han situado la crisis ambiental y con ella la del agua en el corazón del mensaje evangélico, vinculándola con la justicia y la fraternidad. En México, sus palabras son un llamado a escuchar este clamor desde el Vaticano y actuar con responsabilidad colectiva en políticas públicas y conciencias.

Presidente de Agua en México

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