Solo han transcurrido 45 días desde que Claudia Sheinbaum tomó protesta como presidenta de México y ya cumplieron la amenaza principal de campaña: continuar con la autodenominada “Cuarta Transformación”.
Para sorpresa de ingenuos, las reformas constitucionales, que se han advertido como profundas amenazas a nuestro sistema democrático, se lanzaron al ruedo del Legislativo Federal durante el primer mes y medio de este sexenio, ocasionando una regresión en democracia, justicia y solidez institucional, de por lo menos 50 años.
Hablo de ingenuos porque bastaba con escuchar a la entonces candidata sentenciar que la reforma judicial sería una realidad, igual que las iniciativas presentadas por el todavía presidente Andrés Manuel López Obrador. Suponer lo contrario o una moderación en su actuar político era irracional y el tiempo lo confirmó.
Este breve periodo presidencial ha sido tan trascendental como peligroso, pues supone el inicio de un régimen cargado al autoritarismo, es decir, al control absoluto del poder. En estos escasos 45 días se puso en marcha el sistema político que no se logró en la primera administración morenista.
Con el poder indomable en el Congreso de la Unión, esa posibilidad es una realidad que atemoriza a muchos, pero es indiferente para otros, indiferencia que permite al morenato avanzar sin frenos políticos, legales y sociales.
Como teoría conspirativa, esa indiferencia parecería alimentada por el propio instrumentista de las reformas, desatendiendo, con intención o por incapacidad, problemas que impactan de manera directa y con más prontitud como la inseguridad, la violencia o el pobre sistema de salud. Mientras estos perduren, no hay tiempo para voltear a ver el destrozo al Poder Judicial, la importancia de la desaparición del INAI o la cooptación de la CNDH.
El abandono del Estado en temas elementales para la vida cotidiana del mexicano disfrazado de programas sociales, mientras concentran todo el poder en manos de unos cuantos, es la ejecución de una perversa versión del truco donde se agita un pandero con la mano izquierda para actuar con la derecha.
Al sexenio de la presidenta Claudia Sheinbaum lo dibujaron en 45 días.