Hasta antes de la irrupción de Xóchitl –después de que el Presidente no la dejó entrar a su Palacio– la oposición parecía no tener mucho futuro en 2024. Ella logró triunfar, a pesar de reglas hechas para beneficiar a los cercanos a la cúpula del PAN, PRI y PRD, y convertirse en la virtual candidata de la oposición.
Su carisma y la capacidad de improvisar le permiten responder de inmediato a los ataques que le lanzan desde las mañaneras. Xóchitl se encuentra en una encrucijada: sumar a la sociedad civil y no dejar que los partidos le impongan a los de siempre; de la renovación que genere, con su equipo y el resto de los candidatos que hagan campaña en 2024, es que tendrá una campaña exitosa.
¿Logrará marcar su límite con los partidos que la impulsan? De entrada parece que no ha podido hacerlo, anuncia que la acompañarán voceros como Josefina Vázquez Mota, Margarita Zavala, Javier Lozano, personajes que tienen poca autoridad ante la sociedad. Es un mensaje erróneo; pensaríamos que la primera decisión sería nombrar a personajes de la sociedad civil, científicos, artistas, escritores, madres buscadoras, deportistas, periodistas. Sociedad agredida a lo largo del sexenio y que puede representar de mejor manera lo que Xóchitl propone.
Xóchitl a diferencia de Claudia debe imponerse a los caudillismos partidistas, proponiendo que las candidaturas a todos los cargos permitan una renovación, que sea gente de la sociedad civil, eso le garantizará a ella que trabajarán en territorio –es ahí donde se debe de vencer a Morena- con candidatos de a pie. El respaldo de las clases altas y la reducida clase media no alcanzarán, y menos si los candidatos son de la élite partidista que buscarán su plurinominal y se echarán a dormir a la hamaca. El ejemplo debería de venir de los Presidentes de los partidos quienes no deberían de ser candidatos sino trabajar desde su espacio para que la oposición triunfe en 2024. ¿Será capaz Xóchitl de imponer una agenda ciudadana y una renovación política o permitirá el eterno reciclaje político?
Y de lo anterior viene su reto inmediato: usar su carisma para formar un gobierno serio. Debe de empezar a dar la imagen de una Jefa de Estado con seriedad y con ideas. La ciudadanía está cansada del circo en que se ha convertido la vida política de México. Hoy para aspirar debes convertirte en un personaje gracioso en redes sociales; en ese espacio se disuelven las idas.
Xóchitl se encuentra en su encrucijada, debe aprovechar que su imagen es la verdadera posibilidad de vencer a Morena en 2024, y a través de ello renovar la política de los partidos que la respaldan. Presentarse en 2024 no como más de lo mismo sino como una posibilidad real de cambio, con propuestas e ideas.
Aún falta tiempo para que inicien las campañas y debería de construir una estructura paralela a los partidos políticos para hacer frente a cualquier eventualidad. Si se analiza la semana donde se le atacó por un supuesto plagio, los partidos del Frente y sus dirigencias fueron timoratos para defenderla; por ello Xóchitl debe abrir mayores espacios a la sociedad civil y no dejar que las cúpulas partidistas le impongan candidatos y propuestas. Tiene los meses suficientes para formar la estructura nacional e impulsar foros ciudadanos donde se arme su proyecto de nación. Su tarea será convertirse en la líder del descontento social. Su triunfo, como se demostró en el proceso interno reciente, pasa por la sociedad civil y no por imposición partidista. ¿Será capaz de resolver la encrucijada?