Toda república democrática necesita de una oposición fuerte, con una ideología definida y con fortaleza ética que le permita ofrecer a la ciudadanía un discurso que critique los errores del gobierno y proponga salidas a las problemáticas existentes.
La construcción democrática de México nos ha vendido una falsa idea: la oposición puede ser representada, únicamente, a través de partidos políticos, digo que esta es una idea incorrecta porque a falta de partidos hay una sociedad civil que tendrá que aprender a organizarse para ser el contrapeso necesario en México, esto tardará tiempo, los mismos sucesos históricos determinarán la forma en que se organizarán y aparecerán en la escena política.
Mucho se ha hablado de la reciente elección de Jorge Romero al frente del PAN. No había duda que ganaría gracias al control caciquil y antidemocrático que existe al interior de ese partido. Con Romero el PAN pierde y se acelerará el declive en el que se encuentra el partido.
El nombre de Romero está rodeado de sospechas de corrupción. Escándalos como el desvió de recursos que se dieron en el fondo de reconstrucción para la Ciudad de México; la presencia del “Cártel inmobiliario” en la alcaldía Benito Juárez donde han sido detenidos colaboradores cercanos y otros están prófugos. Junto a Romero hay silencio y complicidad de panistas que han secundado las trampas, la corrupción y se han visto beneficiados con diputaciones plurinominales y lo acompañarán, seguramente, en espacios dentro de la dirigencia que encabezará.
Un dirigente que no tiene autoridad moral muy difícilmente su discurso logrará obtener legitimidad ante la opinión pública. Callará cuando sus intereses personales se vean afectados. Esquivará la mirada cuando posturas de su partido abran las carpetas de investigación que podrían existir en torno a él. No es buena señal para el PAN que la llegada de Jorge Romero despierte dudas y aparezca en los medios de comunicación su discutible y dudosa trayectoria política.
La nueva dirigencia estará lejos de ser de oposición. El PAN seguirá el camino del PRD haciendo de ese partido una franquicia que repartirá los espacios a los amigos cercanos. La misma manera de operar que utilizó Romero en la Ciudad de México la replicará en la dirigencia nacional donde veremos a sus amigos siendo favorecidos con candidaturas rentables. Ello hará que el partido se reduzca al voto duro, el cual viene en declive desde el año 2000 cuando ganó Vicente Fox.
El PAN tenía el reto de renovarse y al no poseer figuras de relevancia optó por la peor opción. Hoy su desafío será mantener su voto duro que está en riesgo si se forma un nuevo partido político encabezado por Xóchitl Gálvez. Es imposible imaginar que Romero vaya a territorio no tiene presencia ni cercanía con la gente. No tiene un proyecto ni ideología definida. Su bandera será la de los chuchos en el PRD: vivir del presupuesto y las plurinominales, y aún no se sabe si en la reforma política sigue presente la idea de recortar a la mitad el presupuesto de los partidos políticos y desaparecer las plurinominales; y súmesele el fin de su alianza con el PRI que es lo que les dio triunfos cerrados en algunos municipios y alcaldías.
El PAN al dejar de ser un partido de oposición y convertirse en la franquicia de una camarilla inicio su proceso de perredización, el final ya lo conocemos todos: la pérdida de registro.
Pobre PAN tan lejos de Manuel Gómez Morin y tan cerca de Jorge Romero…
Hasta aquí Monstruos y Máscaras…