El sistema de partidos, tal y como lo conocemos, sufrirá modificaciones que diluirán a la ya de por sí fragmentada y desdibujada oposición.

Entre febrero y abril el Congreso de la Unión centrará su discusión, principalmente, en la reforma electoral. La propuesta contempla la eliminación de los plurinominales –200 diputados y 64 senadores, implicaría también a los Congresos locales, regidores y concejales de los gobiernos municipales–; reducción del financiamiento público a los partidos y la regulación de las aportaciones de particulares; eliminación de la reelección en todos los cargos de elección popular y la transformación del INE.

La reforma electoral, en lo tocante a los partidos, exigirá que la oposición trabaje en territorio, algo que no sabe hacer, sus dirigentes han vivido de los cargos plurinominales; tendrán que eficientar su presupuesto y destinarlo a actividades con las que ganen adeptos y cargos, se ve muy lejano que esto suceda, los partidos han construido una burocracia dorada que vive del presupuesto público sin generar resultados. Los partidos de oposición, que hoy conocemos, tendrán que hacerse una reingeniería si es que quieren sobrevivir en las nuevas condiciones políticas que se vivirán. Por lo pronto el PAN con Jorge Romero beneficiará a sus amigos que se enriquecerán y quedarán con las candidaturas más rentables; el PRI con Alejandro “Alito” Moreno seguirá el mismo camino; y Movimiento Ciudadano con Jorge Álvarez Máynez es el instituto que mayor posibilidad tiene de adaptarse a este cambio y construir un puente con las nuevas generaciones.

A la par de la reforma electoral se da la creación de nuevos partidos políticos, que en su mayoría buscan el voto conservador del PAN, y que representan a la vieja clase política: por ello no es una renovación política ni un riesgo para Morena y sus aliados. La oposición se va a diluir aún más con los partidos que logren participar en la elección de 2027.

¿Qué grupos tendrán la posibilidad de lograr el registro de su partido? Los requisitos son la celebración de asambleas en por lo menos 20 entidades o en 200 distritos electorales en los cuales participen, al menos, 3 mil afiliados por entidad o 300 por distrito electoral; tendrán que acreditar una base militante de 0.26% del padrón electoral (256 mil 029 ciudadanos afiliados).

Xóchitl Gálvez tiene alta posibilidad si mantiene el apoyo, de un sector de la sociedad, que le permitió obtener la candidatura del Frente; una posibilidad media tiene México Republicano de Juan Iván Peña Neder y Viva México de Eduardo Verástegui agrupaciones de extrema derecha que tienen presencia regionalizada en el país, eso es una limitante que tendrán que rebasar para conseguir su registro; el Frente Cívico Nacional que lidera Guadalupe Acosta Naranjo y el intento de reorganizar al PRD –que sobrevive en 13 entidades– en una nueva fuerza política nacional, que intenta Jesús Zambrano, tienen poca posibilidad esto pensando que sus dirigentes nunca han sabido ganar elecciones y sus éxitos, aparentes, han sido producto del trabajo de otros.

La reforma electoral y la aparición de nuevos partidos políticos diluirá a la oposición que entre ella se quitará la posibilidad de ganar en los distritos rentables. Si no nace una fuerza ciudadana, con nuevos rostros e ideas, tendremos a partir de 2027 una oposición testimonial donde sus cúpulas vivirán de lo poco que consigan de presupuesto.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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