En todo gobierno siempre existe la tentación de censurar. La crítica es incómoda en nuestras sociedades, contiene un elemento que exhibe a quien está en el poder. Lo desnuda y muestra sus errores. Lo deja al descubierto frente a la sociedad y pone en riesgo la construcción, quizá falsa, de su imagen ante la opinión pública.
La política se caracteriza por el juego de máscaras. ¿Cuál se utilizará? Depende de la situación y el momento. La sociedad disfruta de ese cambio de personalidades. La máscara forma parte de nuestra cultura política. La máscara oculta nuestra personalidad, y la crítica arranca con fuerza esa falsa cara y nos muestra como somos frente al otro, y no solo eso, la crítica es el espejo al cual temerosos nos vemos. Nos encontramos frente a él y nos sentimos impostores. A nadie le gusta que el otro lo conozca y menos conocerse así mismo.
Corrijo de prisa al usar la palabra crítica. ¿Qué es crítica? En nuestra sociedad se construye doxa y no episteme. Todos los días leemos una cantidad de columnas de doxa que no son análisis serios de lo que sucede en la sociedad, sino reflejo de intereses de grupos o de personajes dolidos que han dejado de tener los espacios de poder; lo mismo sucede con quienes se encuentran en el gobierno se olvidan que la mejor manera de ayudarse es construyendo ideas y siendo críticos de sus acciones. En eso nos encontramos entrapados: en la falsa crítica, la que solo se remite a leer las noticias cargadas de contenido ideológico, a mal informarse en las redes sociales y a tener a falsos analistas que no conocen la realidad porque no la estudian. Que lejos y falta nos hacen plumas como la de Carlos Fuentes, Carlos Monsiváis, Octavio Paz, Miguel Ángel Granados Chapa que con intelecto hacían crítica de los acontecimientos de su tiempo, de las problemáticas y su análisis era tan preciso que al leerlo, en nuestros días, nos sigue describiendo nuestra realidad y continua dándonos respuestas.
Viene a cuento lo que hasta aquí digo porque en estos días se han escrito cantidad enorme de columnas que hablan del riesgo de censura por parte del gobierno, y me parece extraño que se hable de la perdida de la libertad de expresión cuando, afortunadamente, se escriben columnas como las de Jesús Silva-Herzog Márquez “Callar y obedecer” donde dice: “la mujer de palacio, por supuesto, insiste en que vivimos en el país más democrático del mundo y celebra que en México no hay censura alguna.” Afortunadamente hay democracia, porque
continúa habiendo crítica. Hay riesgos como lo que sucede con Layda Sansores y la ley de ciberacoso en Puebla.
Pero, hablar de censura es un análisis simplista. Es cierto, el régimen tiene a sus críticos, así como los tuvo el PRI, donde había chayote, o el PAN, donde si al presidente le incomodaba un comentario de Aristegui le quitaba su noticiero. La sociedad no perderá el matiz crítico porque las redes sociales otorgan una libertad que antes no daban los medios convencionales –radio, televisión, prensa escrita- y es la herramienta donde todos los días se crítica al gobierno sin la necesidad de los intelectuales.
El riesgo que si veo es quedarnos en la falsa crítica, simplona y sin episteme eso no favorece a la democracia ni al gobierno. El reto de quienes nos dedicamos a analizar el acontecer diario será ser lo suficientemente inteligentes para construir una crítica que aporte ideas y muestre los errores, no para destruir al otro sino para dar soluciones que beneficien a la sociedad. Qué bueno que se quiten las máscaras, pero ojalá se haga desde la inteligencia y no desde la frustración de lo que ya fue.
Hasta aquí Monstruos y Máscaras…






