La polémica película-musical “En busca de Emilia Pérez” ha divido la crítica. La discusión tomó mayor dimensión con el respaldo que le dio el cineasta Guillermo del Toro. Pero, ¿qué hay en el trasfondo de la misma? ¿Por qué resulta incómoda? ¿Cuál es el objetivo de Jacques Audiard, cineasta francés, al retratar una de las realidades de nuestro país?

El espectador puede tener cierta confusión al inicio de la película y aunque pareciera que tocará el tema transgénero y sus complejidades, no es así, tampoco aborda el del narcotráfico. Me detengo no en el análisis de la historia, la fotografía y los diálogos, sino en la problemática de las desapariciones.

¿Cuántas personas desaparecidas hay en nuestro país? No hay una cifra real. El problema es mayor, pensemos: la guerra contra el crimen organizado dejó en el año 2024 un promedio 70 asesinatos diarios (en total 26,715 personas según cifras preliminares de las fiscalías estatales) tenemos una cifra aproximada, pero no conocemos los nombres. El tema de los desaparecidos es más complejo: no tenemos números confiables, no conocemos los nombres de las víctimas ni tampoco sabemos cuántas familias guardan silencio por temor a sufrir represalias.

Emilia Pérez” es un retrato doloroso de la realidad: se observa la corrupción y el dolor de los familiares que buscan a sus seres queridos.

La violencia en México se ha enraizado, el tema es profundo: las estructuras de gobierno se encuentran corrompidas, han sido corroídas por el crimen organizado y los funcionarios deshonestos. La falta de estrategia hizo más grave el problema. Hoy sabemos que el dinero ilícito circula por los distintos niveles de poder. Las cárceles en México siguen siendo espacios que no reforman a los delincuentes sino que reproducen y mantienen los pactos criminales, se suma a ello la gran cantidad de inocentes que aún no tienen el debido proceso. Quizá no sea tan erróneo el nombre de “escuela del crimen”, tal vez por ello posturas tan radicales como las que implementó Nayib Bukele en El Salvador generen simpatía entre la sociedad.

Sabemos de colectivos, como las madres buscadoras, que han emprendido la tarea de sustituir la función del Estado, con firmeza, y sin temor al crimen organizado, buscan restos de personas desaparecidas. Que doloroso: restos de personas desaparecidas, no hay posibilidad de encontrarlos con vida, se conforman, simplemente, con hallar sus restos, recuperarlos y tener un lugar donde sepultarlos. Ha eso ha llegado la desgracia en nuestro país.

Mientras alguien ve la película y yo escribo mi artículo una madre busca a su hijo, esa es la cruda realidad de nuestro país. Tragedia sin freno que todos los días se nos presenta. El dolor es una tinta que se ha grabado en la memoria de miles de familias que aguardan sin esperanza y exigen justicia sin ilusión de que eso suceda pronto.

Puede gustar o no la película, pero describe una cruenta realidad que tendrá que ser atendida. Parece que la Presidenta ha implantado, me atrevo a decir, por primera vez una estrategia de seguridad que va al fondo del problema: usando la inteligencia y la tecnología. Sería bueno se reformara el sistema penitenciario y existieran penas más severas para las autoridades que protegen a los delincuentes. Es buen tiempo para que la Dra. Claudia Sheinbaum se reúna con las madres buscadoras, sin duda eso fortalecería el rasgo humanista que le pretende dar a su gobierno.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras..

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