Nicolás Maquiavelo escribió El Príncipe en 1532, uno de los aspectos que analizó fueron las características de las tropas mercenarias, la descripción que nos da encaja de manera perfecta con el comportamiento que el Partido Verde ha asumido en la política mexicana: “las (tropas) mercenarias y auxiliares son inútiles y peligrosas, y si uno tiene apoyado su Estado sobre armas mercenarias, jamás estará firme y seguro, porque estas tropas carecen de unidad, son ambiciosas, sin disciplina, desleales; valientes ante los amigos, pero ante los enemigos cobardes; ni temerosas de Dios ni leales con los hombres: con ellas solamente se retrasa la ruina en la medida en que se retrasa el ataque; en la paz te ves despojado por ellas, en la guerra por los enemigos. La razón de todo esto es que dichas tropas no tienen otro incentivo ni otra razón que las mantenga en el campo de batalla que un poco de sueldo, siempre insuficiente para conseguir que quieran morir por ti. Aceptan gustosos estar a sueldo tuyo mientras no haces la guerra, pero tan pronto como esta viene o huyen o se te van.”

No es sorpresa los cambios que el Partido Verde ha realizado a lo largo de su historia. Lo mismo se alió con el PRI, el PAN y ahora con Morena: como una necesidad de supervivir y enquistarse en el poder; pero, sobre todo acrecentar su presencia en distintos cargos públicos. Los números que tiene lo han convertido en un mal necesario, garantizan estabilidad legislativa con un alto costo: la “deslealtad” que se relaciona fuertemente con “sus ambiciones.”

Luis Melgar Bravo, senador del Partido Verde mencionó: “nunca debemos olvidar que ha habido ratas en Morena, como Rutilo Escandón, hoy escondido en Miami, Pepe Cruz y el Grupo Tabasco, con todos sus secuaces, quienes cínicamente saquearon y violentaron, con total impunidad, la tranquilidad y la prosperidad de nuestro pueblo noble y bueno”, su postura anticipa una ruptura y confirma otra de las ideas de Maquiavelo sobre las tropas mercenarias: “su apoyo jamás es firme”.

Cuando se analiza el pasado de algunos de los miembros del Partido Verde se observa que hay un vínculo entre poder y dinero. El propio Melgar ha fincado su carrera en la relación laboral que ha mantenido con Ricardo Salinas Pliego. Esta unidad: político-empresarial es la que mueve su actuar. Estiran la liga para conseguir sus objetivos. Es normal que la discusión de la reforma electoral y los cambios que realizarán lastimen sus intereses: las plurinominales y el dinero otorgado a los partidos políticos. Saben que sus votos son necesarios para la mayoría calificada, pero desconocen hasta qué punto están divididos en sus bancadas, quizá sean pocos los que piensen como Melgar y sean más los que es su instinto de sobrevivencia se replieguen a la figura de la presidenta Claudia Sheinbaum.

La reforma electoral es la posibilidad para que la Presidenta refunde la constitución interna de Morena, paso necesario para impulsar candidaturas que tengan cercanía a su proyecto y eliminen, así, las tropas mercenarias. Sería un grave error si entregan más de lo que el Partido Verde representa, quizá busque quedarse con la gubernatura de San Luis Potosí aunque eso signifique continuar con uno de los grandes males de nuestra política: el nepotismo; sería un error darles gobiernos locales o cargos legislativos. La oportunidad de la discusión electoral, que se viene, es dividir al Partido Verde, sumar a los perfiles cercanos a Claudia Sheinbaum y empezar una real depuración de la clase política, esto en caso de que se ambicione consolidar su proyecto político.

Hasta aquí Monstruos y Máscaras…

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